jueves, 14 de enero de 2010
El mundo mira asombrado. Cuando pensaban que ya le habían tomado el tiempo, la Argentina los devuelve una vez más a esa mezcla de espanto y azoramiento. Hasta los que se creían inoculados, lo terminan reconociendo. Nadie está del todo curtido para la Argentina. Ni siquiera los propios argentinos.
En el extranjero abundaron por estos días las muestras de incredulidad ante el nuevo sainete local. Incluso Brasil ya nos mira de lejos, con algo bastante parecido a la condescendencia. Después de todo, la bonanza del vecino que hoy celebra el mundo entero nunca pareció más ajena.
“Conozco a Redrado. Es un excelente economista con mucha visión. Lamento profundamente todo esto que está ocurriendo. Es realmente triste. Visto a la distancia, este caso revela el inmenso abismo institucional que hoy existe entre Argentina y Brasil. Brasil ha adquirido una gran madurez institucional y el sentido común siempre termina prevaleciendo. El mercado local, por ejemplo, hoy ve como irrelevante el resultado de las elecciones de octubre en Brasil porque no hay incentivos para hacer cambios en una gestión macroeconómica que resultó exitosa. En Brasil no hay más espacio para economágicas”, reconoce Octavio do Barros, el economista jefe del banco Bradesco en Brasil.
Por incómodo que resulte, su comentario refleja bien la lectura que hoy se hace desde Brasil sobre este nuevo intríngulis en el que quedó atrapada la Argentina. Un nuevo escándalo que se ve más con una especie de descreimiento que con preocupación por posibles coletazos. “Acá no hay preocupación de contagio por lo que está ocurriendo en la Argentina. Con la crisis, los inversores aprendieron a evaluar a los países en forma independiente y no como un bloque. Yo no recuerdo en Brasil ninguna situación parecida con el Banco Central en la que una pelea de este tipo haya llegado a la justicia. Aquí la autonomía del Central no es una ley del Congreso y desde ese punto de vista, es más frágil. Pero en lo que hace a los usos y costumbres, aquí se ha respetado mucho la autonomía de la entidad”, le comentó a El Cronista otro prestigioso economista.
Para Silvio Campos Neto, economista jefe del banco Schahin en Brasil, “es una situación muy negativa para la ya frágil credibilidad de las instituciones del país. A los ojos del resto del mundo, el modo argentino de conducir la economía hoy se asemeja al de Venezuela, donde predominan las políticas populistas que claramente traen pésimos resultados en el mediano y largo plazo. En Brasil, a pesar de la proximidad de la sucesión presidencial, hay una percepción de que la autonomía operacional del Banco Central no está amenazada, fruto del éxito de la política económica actual. Sin embargo, existen dudas sobre cómo el futuro presidente va a lidiar con esa autonomía operacional del Banco Central, dado que los dos principales candidatos no se mostraron totalmente satisfechos con la conducción de política monetaria de los últimos años. Pero aún así, la sociedad brasileña no aceptaría intromisiones o rupturas como las que han ocurrido en la Argentina”.
“Son muy malas noticias para la Argentina. Cambiar al presidente del Banco Central por una divergencia técnica es de por sí un revés institucional, pero la forma en que fue hecho es todavía peor y deja al descubierto un gobierno débil y la falta de un agenda política sólida en el país. En Brasil, el Banco Central no es formalmente independiente, pero cuenta con autonomía de facto. Aunque no creo que la autonomía del organismo vaya a estar presente en la agenda política de Brasil en los próximos años, quien quiera que sea el próximo presidente, no creo que la autonomía de la institución vaya a sufrir. Un nivel de inflación controlado es clave para la aprobación de un gobierno, lo que hace que cualquier inclinación ideológica para reducir la libertad de acción de la autoridad monetaria tienda a descartarse. Además, la disciplina de mercado contribuye a neutralizar mayores errores en este frente”, comentó Zeina Latif, economista jefe para Brasil de ING.
“El único pecado de Brasil es la falta de apetito por reformas. Pero como decía Victor Hugo, el escritor francés, nada más poderoso que una idea cuyo momento ha llegado. Hay algunas ideas que ya llegarán a Brasil como ocurrió con la democracia y el fortalecimiento de las instituciones”, aseguró Octavio do Barros. La Argentina, está claro, sigue esperando.
Fuente: El Cronista
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