SE TEME UNA SEQUÍA DEL MERCADO CREDITICIO PRODUCTO DE LA INCERTIDUMBRE

La crisis en Europa depende ahora de que los bancos no congelen el crédito

lunes, 07 de junio de 2010

La preocupación de los mercados está puesta hoy en la amenaza de una enorme crisis de crédito (credit crunch) en Europa, porque los bancos tienen que enfrentar una nueva ola de deudores incobrables. Sus efectos pueden ser devastadores, ya que los gobiernos no podrán aplicar una política fiscal expansiva como hace dos años atrás se hizo en Estados Unidos

 “El año que vivimos en peligro”, el clásico film de Peter Weir (“Testigo en Peligro”, “The Truman Show”), bien podría servir como título de lo que están atravesando los habitantes de la zona euro con respecto a las “calamidades” financieras que se abatieron sobre ellos en 2010. Porque en un semestre vieron cómo un país como Grecia reconocía haber mentido durante una década en sus estadísticas oficiales (algo hasta ese momento “reservado” a países periféricos); cómo los fondos especulativos de todo el mundo se abalanzaban sobre la posibilidad de obtener enormes ganancias forzando al gobierno griego a declarar un default sobre su enorme deuda (cuatro veces más grande que la de Argentina en 2001); cómo se contagiaban las dudas a otros países hasta ese momento respetables (España, Portugal, Italia e Irlanda); cómo caía en picada el precio del euro; y por último, cómo todos tuvieron que aplicar políticas de ajuste fiscal mientras que el Banco Central Europeo (BCE) renunciaba a parte de sus sacrosantos principios de defensa del valor de la moneda común. Y como si esto fuera poco, ahora planea sobre las cabezas de los europeos el riesgo de otra crisis de escasez crediticia (credit crunch), similar a la vivida hace dos años atrás tras el colapso del mercado hipotecario de EE.UU.

A diferencia de los argentinos, para los europeos, que salvo los más ancianos no conocieron los apremios de la guerra, lo que está sucediendo es digno del guión más retorcido del cine catástrofe de Hollywood. Ahora daría la sensación de que el mega paquete de ayuda creado por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional permitió que Grecia se tomara un respiro en la implacable cacería que le venían realizando los hedge funds y otros especuladores. Y que los demás países en duda asimismo se salvaran (de momento) del riesgo de default o de reestructuración de sus deudas públicas, gracias también a los ajustes anunciados. Pero en esta segunda etapa de la crisis, los analistas apuntan a la posibilidad de que los bancos europeos dejen de prestarse entre sí y por ende, tampoco a empresas y particulares, por un lado por temor a la cantidad de activos tóxicos (léase bonos griegos, españoles o portugueses) en poder de cada entidad, y por el otro, porque el número de deudores morosos crece y eso les obliga a provisionar más dinero para casos de incobrabilidad.

Hace una semana, el BCE advirtió que los bancos de la zona euro podrían llegar a tener que enfrentar una nueva ola de pérdidas en créditos otorgados, de hasta u$s 235.000 millones para los próximos 18 meses. Y les recomendaba prepararse para esta situación de incremento en la incobrabilidad. Por lo que las entidades se están viendo tentadas de reducir drásticamente su exposición al riesgo crediticio guardando en sus cofres (o en los del BCE, más seguro), la liquidez suficiente para capear próximas tormentas.

Los problemas que acarrea esta situación son bien conocidos por todos, porque ya se vivieron en 2008 y 2009. Tras el temor de las entidades de prestarse entre sí porque nadie sabía cuántos activos tóxicos tenía en su cartera, la crisis de liquidez afectó al resto de la economía, forzando a todos los gobiernos a implementar los gigantescos paquetes de rescate financiero para bancos, empresas y particulares. El costo de estas medidas se comienza a pagar recién en 2010, cuando la suba del endeudamiento público impacta en la caída de la calificación crediticia de varias deudas soberanas, obligando a todos al ajuste del gasto.

Y por eso, en caso de que el nuevo credit crunch se confirme, esta vez sus efectos pueden ser devastadores, ya que los gobiernos no podrán aplicar política fiscal expansiva como hace dos años atrás. Por lo que preocupa (y mucho) la posibilidad de que la reactivación se frene y la zona euro vuelva a caer en una recesión profunda. Encima, si se tiene en cuenta que la zona euro genera el 22% del PIB mundial (absorbe el 20% de las exportaciones chinas), queda claro que la crisis se trasladaría, esta vez en sentido inverso, a EE.UU. y al resto del mundo.

Las primeras señales ya se estarían percibiendo, con la publicación la semana pasada del Indice de Gerentes de Compras Industriales, que cayó un 3% en el último mes (pasó de un nivel de 57,6 en abril a 55,8 en mayo). Para muchos analistas, una caída en las compras industriales es la primera señal de que la actividad económica se estaría desacelerando. Por lo que probablemente todos sigan con mucha atención durante los próximos meses los indicadores de consumo, producción y demanda de la zona euro para percibir si la tendencia es efectivamente declinante.

Si ese es el caso, la situación puede tornarse sumamente complicada, puesto que los gobiernos de la UE ya gastaron la “bala de plata” en 2008 lanzando los paquetes de rescate, por lo que ahora deberían buscar otros mecanismos para evitar la recesión. Como se dijo, 2010 promete ser un año bastante peligroso para el conjunto de la UE.

Fuente: El Cronista