UNA ENCUESTA DE D‘ALESSIO IROL SOSTIENE QUE EXISTE DESCONFIANZA

Los jóvenes argentinos no se sienten importantes para los bancos y ni piensan en pedir un crédito

jueves, 01 de julio de 2010

Casi 1.000 encuestados revelaron que si bien el primer contacto con las entidades es a través del Plan Sueldo, la demanda es conseguir el techo propio. Si bien los jóvenes añoran el crédito a largo plazo, no lo solicitan porque lo consideran inaccesible para ellos

 En esa flamante partitura con sostenidos y bemoles que es la relación entre los jóvenes y los bancos, existe un punto de arranque, los primeros compases del renglón, los mismos que se arremeten después de la clave de sol, que se hacen llamar “plan sueldo”. Ésta es la puerta de entrada, el primer contacto de los de los jóvenes que comienzan a bancarizarse. A partir de allí, la misión de las entidades es tentarlos con productos y servicios. En rigor, son cada vez más los bancos que están lanzando productos diseñados para los jóvenes de entre 18 y 30 años. La oferta, además, no se reduce a cajas de ahorro y tarjetas de crédito: hay préstamos para financiar los estudios universitarios o para comprar el primer 0 km y seguros para proteger aparatos tecnológicos, entre otras cosas. Prácticamente todas las entidades las tienen.

Del lado de los jóvenes, de aquellos que se ubican por debajo de los 24 años, si bien un punto central de atracción pasa por las tarjetas de crédito y débito, esto no alcanza a compensar una falencia aún hoy difícil de salvar: se tienen desconfianza mutua y la única condición que ponen los jóvenes para deponer las armas brilla por su ausencia: las condiciones necesarias para que el crédito de largo plazo no aparecen.

Sí, saque su lupa y su piloto de detective. Un estudio de la consultora D‘Alessio Irol revela éstas y otras facetas de la relación entre los jóvenes argentinos y los bancos. “Aunque los clientes más jóvenes se circunscriben a los productos y servicios que le brinda el plan sueldo, y se muestran muy interesados por las tarjetas, se percibe el sentimiento por parte de la juventud de que para las entidades no son importantes y esto le asigna falta de confianza en las recomendaciones”, señaló Nora D‘Alessio, vicepresidente de D‘Alessio Irol. Según la directiva, el estudio –que cuenta la certificación ISO 9001:2000 y fue realizado por Internet entre 826 personas bancarizadas– es parte de una amplia serie de conclusiones que periódicamente se destacan del Estudio Permanente de Banca Minorista que la firma lleva adelante desde hace más de 20 años.

En este sentido, si bien casi el 70% de los consultados menores de 24 años efectuaron la apertura de sus cuentas bancarias por necesidad de cobro de sus sueldos, un elemento valorado y utilizado son las tarjetas de crédito y débito que ofrecen las entidades financieras y que llegan después. En rigor, los jóvenes consultados tienen un promedio de 3 tarjetas.

“Los clientes jóvenes mantienen una relación con el banco que se saltea la marca del mismo donde existe conciencia de los descuentos que pueden aprovecharse y de la utilidad que puede brindarles una tarjeta de crédito pero no una relación duradera con la entidad que ofrece estos beneficios”, señaló D‘Alessio.

Pero donde realmente se pone a prueba el éxito de la estrategia bancaria es en la búsqueda de un anhelo común entre los jóvenes: la casa propia. La mayor parte de los encuestados señaló que, si tuviera un excedente, su inversión sería un departamento. Ahora bien, cuando se los consulta, no demuestran interés en tomar un préstamo personal, porque lo descartan como un producto inaccesible para ellos. En rigor, incluso con los préstamos personales tienen esta percepción: “Si al banco donde me depositan el sueldo no les intereso, me imagino que sería imposible que me dieran un crédito”, enuncia el informe a la manera de una opinión testigo. Se trata de una de las demandas que no encuentra solución: en las entidades señalan que con depósitos a 60 días promedio, es imposible otorgar crédito a varias décadas. Por ahora, la orquesta seguirá tocando en Largo, Lento y Adagio...

Fuente: El Cronista