LA CRISIS EN LA EUROZONA
lunes, 27 de septiembre de 2010
Irlanda tenía una de las economías más exitosas del mundo cuando se unió a la eurozona en 1999. Hoy haría bien en irse.
¿Qué necesita un país para tener éxito con el euro? La Comisión Europea y el Banco Central Europeo dirían que la receta es simple: reducir el déficit presupuestario, bajar los salarios, mantener competitivos los impuestos, aumentar las exportaciones y vivir con austeridad.
Hay un solo problema: Irlanda viene aplicando esa receta con precisión y no le ha ido muy bien.
Se está achicando el Estado justo cuando el costo de los rescates bancarios aumenta. La culpa la tienen los bancos.
Si hay un país que prueba el desastre en que se ha convertido la moneda única, no es Grecia, ni siquiera España o Portugal. Es Irlanda. Cuando los países violan las normas y eso les trae problemas, no es algo tan sorprendente. Pero si ateniéndose a la norma de todos modos tienen tantos problemas, es porque algo falla en el sistema propiamente dicho.
Los mercados siguen inquietos por Irlanda, después de casi dos años desde que la recesión crediticia hizo estallar la burbuja inmobiliaria y de activos que se había ido formando en el país durante la mayor parte de la década anterior.
Recientemente, la calificadora de crédito Standard & Poor’s bajó su nota de la deuda irlandesa un nivel, a AA-, lo que pone de relieve el alto costo de rescatar un sistema bancario que se esfuerza por hacer frente al colapso del mercado de propiedades. S&P estima que el costo de recapitalizar los bancos será de unos 50.000 millones de euros (US$63.000 millones). Esto representa casi un tercio de la economía.
Con la nota más baja desde 1995, el spread de los bonos irlandeses sobre los bunds alemanes subió a un nivel récord.
Mercados inquietos No es difícil entender por qué los mercados se inquietan. Irlanda tuvo el año pasado un déficit presupuestario de 14,3% por ciento del producto bruto interno, el mayor de cualquier país de la eurozona.
La brecha se achicará a un 11% este año, según los pronósticos de la Comisión Europea. Es una leve mejora, pero no basta para tranquilizar al mercado de bonos.
Hay una montaña de deuda acumulándose y la economía se mantiene en un estado terrible.
En los últimos dos años, se contrajo alrededor de un 10%, una de las peores recesiones en el mundo desarrollado.
Tampoco hay muchos indicios de repunte. El banco central irlandés pronostica que la economía crecerá 0,8% este año (corrigió su pronóstico anterior, ya que en abril pronosticaba una contracción de 0,5%) Tal vez suceda, y tal vez no. En cualquier caso, es una recuperación débil para el que solía ser uno de los países que más crecía en Europa, y que basaba la mayor parte de su crecimiento en las exportaciones.
Ejemplo de austeridad Y sin embargo, Irlanda ha sido ejemplar en su iniciativa de austeridad. Los salarios del sector público cayeron un promedio de 13%.
Se subieron los impuestos donde hacía falta, pero no de una manera que afecte a la actividad comercial.
Los irlandeses se mostraron dispuestos a ajustarse los cinturones y adaptarse a los tiempos difíciles.
No hubo ningún indicio de los disturbios callejeros, las huelgas y las protestas que tuvieron lugar en Grecia.
Irlanda está haciendo exactamente lo que le dijeron que debía hacer. Está siguiendo el camino diagramado para Grecia, Portugal y España, y lo hace con un autodominio y una disciplina admirables.
Debería haber alguna recompensa para todo ese esfuerzo. Pero hay muy pocos indicios de tal reconocimiento.
No hay duda de que la moneda única contribuyó a las aflicciones de Irlanda. Contrariamente a Grecia o Portugal, el país no recurrió al euro para modernizar una economía atrasada antes de su introducción. El Tigre Celta, como se lo conocía, se las arreglaba muy bien solo. Tampoco, como los italianos, intentaba canjear una moneda permanentemente débil por una más fuerte. La libra irlandesa funcionaba bien.
Irlanda tenía una de las economías más exitosas del mundo cuando se incorporó a la eurozona en 1999. Lo único que obtuvo de la unión monetaria son enormes burbujas financieras e inmobiliarias, cuyo colapso dejará una marca en el país durante una generación.
Salida diplomática La Comisión Europea y el BCE deberían estar observando atentamente la experiencia irlandesa.
Deberían suspender el límite de los déficits financieros por cinco años hasta que haya algún indicio de crecimiento económico.
También tendrían que eximirlo de contribuir al pago del estímulo griego; es una locura que los irlandeses pidan dinero prestado para dar a un país que está en el mismo barco. En última instancia debería utilizarse una salida diplomática del euro.
Si la austeridad no funciona para Irlanda, es poco probable que ayude a Grecia, Portugal o España.
Todo el experimento con la unión monetaria está condenado al fracaso si los líderes del euro no se deshacen de su receta simple.
Fuente: iEco Clarin
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