Opinión económica
lunes, 07 de noviembre de 2011
El economista y presidente del Banco Ciudad analiza las restricciones para comprar dólares y rechaza que busquen impulsar un blanqueo, como sostiene el gobierno. Elogia la eliminación de los subsidios, a la que no le ve un riesgo inflacionario y explica qué pasa hoy con el crédito.
Mientras la City porteña se puebla de rumores que seguramente se filtran a través de los grandes ventanales del Banco Ciudad, llegamos al despacho de su presidente, el doctor Federico Sturzenegger, con curiosidad y preocupación.
El es un economista avezado y nosotros venimos de la calle que, obviamente, trae verdades y mentiras.
“Ha sido una semana bastante más complicada de lo habitual en el sector financiero. Cada vez que se ponen restricciones como las que se implementaron desde el lunes para la compra de dólares, independientemente de que exista o no un problema, la gente se preocupa. A su vez, a esto se añadieron una serie de medidas que se tomaron hace dos semanas cuando la Anses le retiró el dinero a los bancos. Esto generó una restricción de liquidez que literalmente catapultó las tasas hacia arriba. Me refiero a la tasa de referencia de los plazo fijos, que, en cierto sentido, es la que marca luego la tasa a la cual los bancos pueden prestarles a las pymes, al consumo, etc. Hace tres meses estaba en el 10% y hoy ha llegado a niveles del 20%. Así es que creo que esto muestra mucha más tensión en el sector financiero y, de manera significativa, un encarecimiento del crédito que se viene y que sin duda va a impactar en el nivel de la actividad económica.
—Desde una mirada doméstica, doctor, la sola palabra “crédito” evoca una situación ordenada. —Mire, usted tiene el crédito de consumo que ha sido muy fuerte en los últimos años (también financiado por este costo muy importante) y mucho crédito para las empresas. En ambos casos porque la situación que se estaba dando en Argentina presentaba un dólar relativamente constante o planchado; esto marca que la gente, en ese sentido, esté dispuesta a dejar la plata en los bancos a una tasa relativamente baja porque dice: “bueno, si el dólar no se mueve, esto es un buen retorno”. Y esto generó en los bancos una capacidad de financiar el consumo y a las pymes a tasas bastante bajas, muy por debajo de la inflación, que generó ese boom de consumo-inversión que sostuvo el crecimiento económico que Argentina viene teniendo desde Lehman Brothers a esta parte. Obviamente, el proceso que se está dando ahora cambia todo esto de manera absolutamente radical. La gente ya no está tan segura acerca de cuánto vale el dólar ni tampoco por cuánto deja la plata en el banco. Y si siente que el dólar se va a estar moviendo de una manera más rápida, va a exigir otra dinámica. No es lo mismo pensar que el dólar se va a mover rápidamente y dejar la plata al 10%. La gente va a pedir un porcentaje mayor. Al menos es lo que estamos viendo. Pero, volviendo a su pregunta inicial acerca de la semana que hemos pasado, la verdad es que las señales que ha dado el Gobierno al no permitir comprar dolares o, por lo menos, restringir su compra, hace que la gente se sienta confundida. Se complican las operaciones inmobiliarias, etcétera.Bueno, todo esto lo único que hace es alimentar un fantasma. Quizá un fantasma. Quizá una realidad. La gente piensa que el dólar se va a mover. Le diría que, para mí, es más un fantasma (dadas las condiciones macroeconómicas) que una realidad inminente. Y me parece que, en ese sentido, está funcionando de la manera contraria a lo que desea el Gobierno. De cualquier manera, le diría que, en el mediano plazo, más allá de que usted pueda decir que hoy Argentina no tiene un problema de competitividad evidente… para que se dé una idea hoy los precios en dólares son los mismos que en diciembre de 2001. Pero en diciembre de 2001 la soja valía 120 dólares la tonelada y hoy vale 450. O sea que Argentina se puede “bancar” un cierto tipo de cambio, pero lo que no se puede bancar es un proceso continuo en el que la inflación está en un 20 o 25% y el tipo de cambio no se mueve.
—Repasando lo ocurrido esta semana, ¿es cierto que Echegaray (el jefe de la AFIP) dijo que la decisión final sobre la venta de dólares corresponde a los bancos y no al fisco? —Nosotros no lo estamos viendo de esa manera. En este momento nuestras compras o ventas de dólares se hacen dentro de la normativa que se nos exige. Por ejemplo, hasta la semana pasada el elemento fundamental es que hay un cupo mensual que puede usar cada persona para comprar dólares (2 millones por mes), y con esto nos hemos manejado básicamente. Para un individuo es un número muy holgado. Para una empresa no tanto. Lo de 250 mil por año aparece como un requisito adicional este fin de semana. Pero, sobre todo, uno tampoco sabe cuál es el criterio de la AFIP. A nosotros nos apareció de una manera evidente que cuando otorgábamos préstamos en pesos y la gente venía a comprar dólares para adquirir una propiedad, la AFIP no lo validaba pero tampoco, al día de hoy, sabemos qué criterio está usando para definir esto. Esto genera en la gente un estado de incertidumbre tan grande que nos preocupa. Si hubiera reglas más claras por lo menos el público sabría a qué atenerse.
—Claro, no sabe si va a poder comprar o no. —Esa es una preocupación que advertimos y, cuando lo necesite, la gente entonces va a salir a comprar. Del mismo modo el que está pensando en vender tambien se va a cuidar mucho más. La verdad es que esto es un efecto totalmente negativo.
—¿Qué ocurrió con las escrituras? —En este momento esto se ha destrabado. Al menos, por 15 días. El lunes por la mañana nos encontramos con que no podíamos escriturar justamente por lo que le comentaba acerca de los dólares que tenía que comprar la gente y el sistema no autorizaba.
—¿Me lo puede explicar? —El sistema no permitía ingresar préstamos como un motivo del origen de los fondos. O sea que una persona a la que se le adjudica un préstamo de 40 mil o cincuenta mil dólares (que es el préstamo promedio nuestro), al justificar el origen mencionaba el préstamo. Pero cuando teníamos que poner en el aplicativo de la AFIP “préstamo”, esto no figuraba. Imagínese, la AFIP controlaba US$ 50 mil contra el sueldo y el cliente no podía comprar los 50 mil. Hablamos entonces con la gente de AFIP, ellos se comunicaron con el subjefe del Banco Central y ayer por la mañana el Central sacó una normativa que estipula que la compra de dólares contra préstamos para adquirir una propiedad queda fuera de la normativa. Pero esto es sólo hasta el 15 de noviembre. Entonces, por ejemplo, anoche me llamaba gente con esta inquietud.
—¿Por qué la fecha del 15 de noviembre? —La razón es porque la idea es que así se podrán normalizar los sistemas. Los llamados de anoche eran preguntando si se iba a poder comprar propiedades sólo hasta el 15 de noviembre.
—Claro, uno se pregunta qué pasará después del 15 de noviembre. —Ahí voy: la percepción que tenemos nosotros (y por eso el Banco Central y la AFIP reaccionaron tan rápido) es que ellos dijeron: “Con este parche se puede seguir operando normalmente”. Obviamente, la idea no es que un banco no pueda dar un préstamo para comprar una casa. Creo que eso no está en la cabeza de nadie. Se hizo este parche hasta el 15 y la verdad es que estamos bastante convencidos de que o se sistematiza el procedimiento o se seguirá con un esquema como este. Pero, que alguien piense que no puede comprar dólares para adquirir una propiedad, creo que esto no está seriamente en consideración.
—En la radio, la gente llamaba por teléfono y preguntaba si esta es una medida cambiaria (es decir del Banco Central y las entidades). ¿Usted cómo la calificaría? —No. El Gobierno trató de justificarla diciendo que es para el blanqueo. Para tener la economía en blanco. Yo diría que esto es bueno. Nadie puede estar en contra de blanquear las cosas. Pero, obviamente, no es ése el objetivo. Porque si fuera así lo hubiera hecho para todas las operaciones bancarias. Es decir, para un control. Para ver si la persona está inscripta o no. Si paga sus impuestos. Estoy seguro de que en Suecia es así. Eventualmente tiene alguna lógica, y la verdad es que el día en que Argentina baje la evasión impositiva podremos ir con seguridad a un sistema en el que el impuesto a las ganancias sea pagado por el 50% de los ciudadanos y no por el 10%. Y que el IVA que pagamos todos en vez del 21% sea del 10%, como en Estados Unidos. Entre nosotros, sólo el 10% paga el impuesto más progresivo. Así es que yo creo que el tema del blanqueo está muy bien. Ahora bien, como el Gobierno se focaliza en lo cambiario, quiere decir que le preocupa lo cambiario. Es obvio. Claramente ésta es una medida cambiaria y, si usted quiere, lo otro es un disfraz. También le quería comentar que, cuando se dice “voy a blanquear la economía”, de lo que hay que asegurarse es que “toda” la economía esté en blanco. De no ser así, ¿qué pasa? El que está en blanco, sigue. Es lo que se llama, en la jerga habitual, “cazar en el zoológico”.
—Por favor, explíqueme. —Claro, a los que están dentro del sistema formal se les aumentan los impuestos y, en cambio, una gran porción de la economía que está en la informalidad, queda librada a su antojo. Muchas veces, fiscalmente, ocurre esto. Es decir, a la gente que tengo ya “en el zoológico”, en el circuito formal, encerrada, bueno, voy contra ellos cuando, en cambio, lo que hay que pensar es cómo incorporamos a “todos” en el circuito formal tributario para poder bajar las cargas a través del hecho de que todos paguen. Por ejemplo, en el caso de este tipo de restricciones, si usted dijera “hay que pagar todos los servicios a través de los bancos”, obligando a todo el sistema a un control impositivo y que todos estén registrados con su cuit y los datos que correspondan, sería más lógico y entendible desde el punto de vista de la lucha contra la evasión. Esto es lo que el Gobierno declama, pero la verdad es que, al seguir “cazando en el zoológico”, lo único que se conseguirá es que la gente se vaya de la formalidad a la informalidad.
—Cosa que, por lo que sabemos, no es muy difícil. —El sistema financiero argentino es muy pequeño. Más o menos un 13% del producto. Es seis veces menor que en Chile, que logra casi el cien por ciento del producto. En los años 90 el crédito era el 20% del producto. Aquí tenemos un sistema financiero mucho más chico. Casi la mitad, por lo menos con respecto a “la torta” que es la economía. En un momento implementamos el impuesto a las transacciones financieras, o sea a todos los movimientos bancarios, cobrando impuestos a los débitos y créditos en cuentas corrientes o cobro en cheques. Y la verdad es que éste es un impuesto que termina operando muy en contra de la formalización, porque hace que la gente se salga del sistema financiero y trabaje en la informalidad. Creo que al tema del blanqueo hay que pensarlo integralmente, pero la verdad es que no se puede pensar que esto apunte a eso sino que, claramente, tiene que ver con lo cambiario.
—Uno de los temas también de esta semana es que “lo que sale” supera a “lo que entra” a pesar de los 100 mil millones de los agrodólares. ¿Es así?
—Mire, en realidad hoy lo que sale es más que lo que entra porque hay una salida muy grande de capitales. Le diría que podríamos describir la situación del mercado cambiario de la siguiente manera: una, imaginemos todo lo relacionado con lo comercial. Lo que Argentina exporta y lo que Argentina importa. Y luego, imagine todo lo que tiene que ver con la parte de capitales. Es decir, acciones financieras. La gente que quiere sacar o entrar la plata. En realidad, la parte comercial de Argentina no está desbalanceada. Los dólares que Argentina necesita para las importaciones son más o menos la misma cantidad que los que genera por exportaciones. Desde ese punto de vista yo repito que Argentina no tiene un problema tremendo de competitividad, o sea que no está en una situación como en los años 90, cuando las importaciones eran muchas más que las exportaciones.
—El drama de Grecia en estos días. —Bueno, ellos gastan bastante más de lo que ganan e importan mucho más que lo que exportan. Lo que Argentina importaba en los 90 era, reitero, mucho más que lo que exportábamos. Esto generaba un faltante. Desde este punto de vista yo le diría que hoy Argentina no está mal. Ahora, ¿qué pasa? A esto se le suma lo que llamamos “salida de capitales”. La gente quiere “sacar” su dinero y esto ocurre por estas incertidumbres y temores que mencionábamos. Nosotros estimamos que el año pasado se fueron 4.000 millones de dólares en un mes, y si lo analizamos estamos hablando básicamente de un valor superior al 10% del producto. O sea que, de cada diez cosas que se producen en Argentina, la gente está tomando esa plata para sacarla del país. Y éste es un número muy grande y muy significativo. Entonces el desequilibrio del mercado cambiario se produce hoy por estas razones. Como decíamos antes, las medidas que está tomando el Gobierno lo que hacen es alimentar esta tendencia. De alguna manera esto es un poco paradójico, porque yo creo que una critica de fondo de la situación económica no amerita. Lo que sucede ahora es como una situación de temor, de miedo. Me parece que lo que se debe transmitir en este momento es que la economía no necesita un tipo de cambio de $ 5 o 5,50. No hace falta un tipo de cambio más alto, y si el Gobierno maneja bien la expectativa y la situación se normaliza, la gente no tendría que pensar en cambios muy abruptos.
—¿Cómo cree entonces que se va a reorganizar el mercado cambiario? —En este momento se le abren al Gobierno dos vías: una es profundizar el desdoblamiento cambiario. Es decir, qué tipo de operaciones van a ir a lo que es “el oficial” (cosa que ya se ha vivido) y cuáles al paralelo. Lo que el Gobierno tendrá que definir es qué deja en un mercado y qué ubica en otro. Esta experiencia ha sido tremendamente negativa en la Argentina, porque “los del zoológico” (es decir, toda la producción formal de las empresas que van a la exportación) terminan con un tipo de cambio muy barato con relacion al otro y, en última instancia, se termina perjudicando la capacidad de exportar. Otra alternativa que tiene el Gobierno es comenzar a revertir esto. Quizá no diciendo “me equivoqué totalmente”, no dando marcha atrás, pero hoy el 80% de las consultas que ingresan a la AFIP para comprar dólares salen rechazadas. Creo que la AFIP tendría que ser mucho más flexible en los parámetros que está empleando para que el público se tranquilice.
—¿Y con respecto a los anuncios que hicieron los ministros Boudou y De Vido en conferencia de prensa eliminando subsidios? —Creo que los anuncios sobre subsidios son un paso en la dirección correcta. En principio, por lo poco que sabemos, implica eliminar el subsidio estatal contenido en la tarifa para empresas de algunos rubros energéticos. En principio, también, sin afectar el consumo residencial, que es lo que todos sugerían como enfoque correcto, al menos inicialmente. Y, aunque no mejora los números de las empresas, sí mejora la situación fiscal, algo que es imperioso dado el sostenido deterioro que vienen experimentando y la imposibilidad de sostener los desequilibrios que se podrían anticipar para el año que viene solamente con emisión o uso de reservas.
—¿Cuál cree usted que será su efecto? —Bueno, el efecto cuantitativo es acotado, ya que se anunció un objetivo de $ 600 millones de reducción de subsidios. Pero, probablemente, lo que se implementó es un mecanismo que tendrá un objetivo mucho más amplio y que lleva a un sinceramiento de tarifas en el mediano plazo para un grupo mucho más amplio. Considero inteligente por parte del Gobierno encarar este tema ya mismo.
—¿Este anuncio implica algún tipo de riesgo? —A diferencia de lo que creen muchos de mis colegas, no veo un gran riesgo inflacionario en la medida. A la inflación la define la política monetaria. Es decir: cuántos pesos andan dando vuelta por el sistema. En realidad el aumento de las tarifas va a generar expectativas de menor emisión, ya que mejora la necesidad de financiarse con el Banco Central y esto debería tranquilizar las expectativas de inflación. Ciertamente no aumentarlas.
Fuente: misionescuatro
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