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El “colchón bank” argentino

jueves, 28 de junio de 2012

Según el último informe de Balance de Pagos publicado por el Banco Central, los argentinos mantienen fuera del sistema más de 195.000 millones de dólares, casi cuatro veces más que el volumen de reservas de la entidad, y superior a la deuda externa total del país, que asciende a 141.000 millones de dólares.

Algunos analistas pretenden ver esta situación como una consecuencia del proceso de fuga de capitales que se inició en 2007, que se aceleró notablemente en 2011, aunque el volumen alcanzado tiene antecedentes históricos y muestra los reflejos de los ciudadanos argentinos ante la inestabilidad crónica generada por políticas populistas y poco respetuosas del valor de la moneda.

Hay que recordar que la moneda argentina, en sus diversas denominaciones, perdió en los últimos cuarenta años 13 ceros, lo que habla de un proceso histórico de deterioro, y en ese proceso, los argentinos han elegido al dólar como su reserva de valor.

Basta recordar que cuando Domingo Cavallo lanza la convertibilidad no inventa este sistema por un capricho. Después de la hiperinflación de 1989, estaba claro que la mayoría de los argentinos tenía sus ahorros en dólares, mientras el Banco Central casi no tenía reservas y no podía seguir emitiendo pesos porque debía desacelerar el proceso.

Cavallo comprendió que la única manera de reactivar la economía era darle curso legal a los dólares que los argentinos atesoraban el “colchón bank” a fin de que los pudieran sacar y hacer circular libremente. Por eso la economía se pudo reactivar. Es que la plata estaba, pero guardada fuera del sistema. No fue un milagro económico, sólo astucia del momento, que degeneró en un dogma de fe.

El hábito de actuar fuera del sistema fue estimulado cuando las provincias y la Nación debieron emitir cuasimonedas, en la previa de la crisis de 2001. La gente aprendió de las ventajas de manejarse en efectivo, sobre todo después que se aplicara el impuesto a los débitos y créditos bancarios.

Pero el aliciente mayor fue “el corralito”. Los que tuvieron que sufrirlo, y los que no lo sufrieron pero lo vieron, le agarraron pánico a los bancos y al Estado por igual. Hoy circula por el sistema financiero no más del 20% de la economía real, mientras Argentina tiene el raro honor de ser el país del mundo que más dólares físicos por habitante tiene, cerca de 1.400 dólares, mucho más, incluso, que en los Estados Unidos.

Para la economía argentina es un verdadero problema y una limitante muy grande que se maneje tanto efectivo. A pesar de los estímulos para que las personas usen dinero electrónico es un clásico ver a fines de mes asalariados y jubilados haciendo masivas colas en los cajeros automáticos para llevarse todos sus ingresos a su casa. Con menos manejo de efectivo los bancos tendrían mayor capacidad prestable y al economía tendría un dinamismo mayor.

Sólo queda recordar que parte de la recuperación económica argentina de 2003 a 2008 fue financiada por el “colchón bank”. En ese período, tuvimos un “boom” inmobiliario sin créditos y la industria automotriz comenzó una escalada de crecimiento récord con ventas al contado en un 80%.

Si se recupera la confianza, los argentinos comenzarán a sacar sus dólares de las covachas más o menos elegantes en las que los guardan o los repatriarán, pero siempre lo harán con desconfianza.

Cada diez años, por un designio que no entendemos, el discurso populista vuelve a poblar las mentes y la moneda vuelve a ser maltratada. Pasará mucho tiempo antes de que el “colchón bank” quede en desuso. 

Fuente: Los Andes