política monetaria
jueves, 19 de julio de 2012
Si quiere saber cómo sigue el capítulo del dólar, no deje de mirar lo que en este momento están haciendo ?usted, yo, el Banco Central? con los pesos. Conviene poner la lupa sobre la moneda argentina, y no ceder a la sugerente pero desdichada tentación de reservar asientos en primera fila para aplaudir la escalada de la moneda estadounidense.
En los últimos años, el Banco Central ha emitido pesos con varios objetivos. Lo ha hecho a razón de un incremento del 30% anual, es decir que en poco más de 3 años duplicó la cantidad de dinero que existe. ¿Para qué utilizaba esos pesos? Por un lado el crecimiento de la economía y la suba de los precios demandaban cantidades extras de moneda, ya que el dinero sirve como medio de intercambio y hace posible la actividad económica.
Por otro, el BCRA necesitó siempre comprar dólares (con pesos) para engrosar las reservas y ayudar al Gobierno a pagar la deuda externa (en dólares). Esto quedó reglamentado con la modificación de la Carta Orgánica del BCRA. A comienzos de julio, la expansión de la base monetaria mediante la compra de dólares en el mercado de cambio por parte del BCRA era de $ 30.083 millones, aumento que fue parcialmente compensado con la emisión de Lebacs y Nobacs.
A ello se agregó también que la entidad que conduce Marcó del Pont pasó a financiar otros gastos del Gobierno cuyo objetivo, huelga decir, siempre apuntaron principalmente a sostener la inversión y reforzar el mercado de empleo, pero que dejaron entrever la intención, hoy confirmada, de que no se le dará batalla a la inflación. Por supuesto, hay más ítems que entran en la categoría de Gasto Público. De todas formas, buena parte de la oferta de pesos fue a parar a sectores que ya tenían un buen stock de los mismos. Los pesos que no querían, los vendían. Durante los últimos 5 años, el sector privado vendió $ 300.000 millones y, a cambio, compró dólares. Esos dólares provenían del saldo que resultaba de la diferencia entre lo que se vendía al exterior (exportaciones, entrada de divisas) y lo que nos vendían desde el exterior (importaciones, salida de divisas).
Hoy, con las restricciones vigentes, los pesos que circulan por la economía y no quieren ser transformados en consumo (ni en dólares) no tienen destino. Apura la inflación. Podrían colocarse a plazo fijo, pero la tasa no alcanza para cubrir el alza de los precios e incluso cualquier amague de suba es aquietado por el secretario Guillermo Moreno para no encarecer el crédito; en rigor, esta semana recortó la tasa de 13 a 11%. Y ya se sabe: mucha oferta de pesos, poca demanda, el precio de ese activo disminuye. Este movimiento se completa con un dato no menor: la moneda local en la economía argentina es una mercancía que medido en otros productos (euros, manzanas, pasta dentífrica), vale menos porque el ritmo de devaluación fue y todavía es menor al de la inflación, pero la emisión es mayor a la suba de precios del Indec. Según el Indec, desde noviembre de 2011 y hasta el 30 de junio, la inflación fue de 5,9%. Sin embargo, el incremento porcentual en la emisión de billetes triplicó esa cifra.
Ayer, por ejemplo, cualquier ahorrista estuvo dispuesto a desprenderse de un peso para recibir 14 centavos de dólar en el mercado paralelo. Si el ahorrista pensara que su moneda vale más, o que el respaldo en el valor de esa moneda va a crecer, entonces esperaría. Muchos lo están haciendo, pero otros no. Por eso el dólar paralelo llega a $ 6,80.
Con un superávit comercial en baja, un Banco Central indiferente a la inflación, y sin una unidad de indexación, es natural que a medida que se extinguen las expectativas de devaluación acelerada, la estrategia del Banco Central de sostener tasas reales negativas para subsidiar el crédito al consumo abriera la puerta al rebalanceo de carteras hacia el dólar.
Las razones para deshacerse rápidamente de la moneda de curso legal hay que buscarlas, primero, en la inflación, el más implacable de los impuestos. Pero a este factor, medular, forzoso, inclemente y apremiante, se agrega uno no menor: desde hace meses, el peso es una moneda que no es convertible por ninguna otra. Con el refuerzo de los controles, la prohibición del dólar para atesoramiento, la aparición de un dólar turista y la lógica disposición de bancarizar los recursos que permitan comprar ese billete preferencial a precio oficial, los temores decantaron en decisión: si queda un resquicio para cambiar pesos por dólares en la plaza informal, entonces se aprovecha. Aunque no sea un precio lógico.
Fuente: El Cronista
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