tarjetas de crédito
lunes, 03 de septiembre de 2012
Acá está todo en llamas, a punto de explotar. Si bien esperábamos algún cimbronazo de este tipo, los bancos más masivos, que tienen grandes carteras de clientes con tarjetas de crédito, se verán seriamente afectados por la medida”, advierten en el sector.
Lo dicen en referencia a la nueva reglamentación de la AFIP, que establece que las compras por Internet y por débito en el exterior también deberán pagar el impuestazo del 15%.
Para los banqueros, lo peor de todo es que no hay mucho que puedan hacer para incentivar el consumo, porque temen quedar mal parados ante el gobierno, que se ha convertido en una suerte de Gran Hermano que vigila todo movimiento que se realiza. “Hay un efecto que te acobarda: cualquier cosa que hagas de mayores promociones, como ampliar de 12 a 18 las cuotas sin interés para que la gente viaje, o agrandar los descuentos de paquetes turísticos del 10 al 15%, parecería que vas en contra del gobierno, con lo cual no sería la mejor señal para dar”, revelan en una entidad.
El negocio de los bancos con las tarjetas de crédito es que le cobran al comercio de cualquier parte del mundo el 3% del valor de la compra. El 80% de ese importe se lo queda el banco emisor del plástico (el que corresponde al cliente que usó la tarjeta), mientras el 20% restante va para la entidad pagadora de la transacción, que es donde el comercio tiene la cuenta. En caso de que ambos bancos sean los mismos, entonces uno solo embolsa el 100% de la comisión.
La AFIP indicó que en el último año y medio viajaron al exterior y efectuaron consumos con tarjetas 168.000 personas, que gastaron $ 7.400 millones, por lo cual los bancos embolsaron una comisión de $ 222 millones. Claro que el gran negocio de las entidades no es este, sino cobrar por la emisión del resumen, los seguros de vida por el saldo deudor más la tasa de financiación. “Esta medida puede afectar el volumen, pero lo más preocupante es que empezará a resentir el negocio en general, y luego puede llegar a todo el sistema”, se sincera un banquero.
Y pone un ejemplo: un cliente de una entidad que tiene una sola tarjeta puede gastar $ 4.000 por mes, pero si el banco le vende un segundo plástico de otra marca pasa a consumir un total de $ 6.000. ¿Por qué sucede esto? En primer lugar por las promociones que tiene cada una, y en segundo porque los cortes de pago son distintos: mientras una lo hace a fin de mes, la otra lo hace a mediados. De hecho, siempre que los bancos hacen tareas de cross selling (cruzamiento de datos, para venderle más a un mismo cliente) logran aumentar el consumo promedio.
Lo grave es que esto mismo aplica en la faz negativa. Cuando el cliente observa un riesgo potencial, deja de usar todas las tarjetas, no sólo una. “Corrés el riesgo de que se frene el consumo, y lo que no se gastará en el exterior, tampoco se hará en el país. Por eso, como medida prefiero que no pase, ya que será difícil recuperar el terreno perdido, e impactará en el consumidor, que dejará de tener la sensación de que la tarjeta es su salvadora”, explican.
¿Cómo es el nuevo mecanismo? Lo que lee el sistema de la AFIP es que el número de comercio donde el cliente efectuó la transacción esté hosteado en un país diferente al de la Argentina. No importa si el canal de compra es por teléfono, por la web o en forma presencial, sino el lugar en que se cobrará esa transacción. Para tomar un caso, si una persona reserva desde la Argentina un hotel en Miami representa un gasto hecho en el exterior, ya que el alojamiento está radicado en los Estados Unidos. De la misma manera, si uno compra por Internet desde acá en una tienda de ropa del extranjero, la operación cae en el resumen de la tarjeta en dólares, ya que sería muy complicado poder identificar si cada compra se realiza en forma presencial o por la web. Por lo tanto, lo único que importa es dónde está radicado el comercio y en qué moneda se factura. En caso de que no sea en pesos, se cobrará el recargo del 15%.
Ahora, la pregunta es qué puede llegar a suceder si con esta medida no se frena la salida de divisas. “Quedan dos caminos: o profundizás la medida y elevás el recargo del 15 al 30%, o además del 15% ponés un tope de gasto máximo anual por tarjeta, como tiene Venezuela, que en su caso es de u$s 3.000 por persona. Acá lo podrían llegar a establecer de acuerdo al consumo promedio per cápita en el exterior”, estiman en el mercado.
Fuente: Lt10digital
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