Economía
lunes, 03 de septiembre de 2012
Dos visiones sobre cómo viene la economía del próximo año
Tanto Bernardo Kosacoff, exdirector de la CEPAL, como el economista jefe del Banco Ciudad, Luciano Laspina, se muestran optimistas sobre la recuperación del nivel de actividad en los próximos meses y para 2013. Ambos destacan el rol del precio de la soja y la reactivación brasileña. Laspina calcula el shock de ingresos adicionales en 14.000 millones de dólares, y si bien pone reparos ante la falta de un plan integral contra la inflación y el retraso cambiario, proyecta un mayor crecimiento. Por su parte, Kosacoff alza sus esperanzas de que el Gobierno administre mejor la situación cambiaria y, al respecto, considera que el mayor mercado interno hace que la crisis no implosione como ocurrió en otros momentos.
El economista jefe del Banco Ciudad, Luciano Laspina, aseguró que los mejores precios internacionales y la mayor cosecha de soja local, sumados a la recuperación en Brasil y el ahorro de no pagar el cupón PBI y otros bonos que vencieron este año, generarán un ingreso de u$s 14.000 adicionales que motorizarán el crecimiento. Aun con esta mejora, no vislumbra un plan integral que solucione los problemas más profundos que tiene hoy la economía, como la inflación y el atraso en el tipo de cambio.
Periodista: ¿Qué aporte hará la mejor cosecha de soja y la recuperación en Brasil a la economía argentina?
Luciano Laspina: Se prevé que en el segundo semestre y en 2013 se dé un repunte principalmente por esas causas. Pero venimos de un semestre muy duro, que tuvo una caída en la inversión, en el nivel de actividad y en la producción industrial, motivado más por razones domésticas que externas.
P.: ¿Pero los factores climáticos y externos aportarán un exceso de dólares que genera mayor tranquilidad?
L.L.: Sí. Si se suman los dólares disponibles que vamos a tener el próximo año entre los buenos precios y la mejor cosecha de soja, la reactivación en Brasil, el ahorro de pago de deuda y algunos otros factores, hay casi 14.000 millones de dólares (3 puntos del PBI) que son una inyección importante para empujar el crecimiento. La soja aportaría entre 6.000 y 8.000 millones por exportaciones, las manufacturas de origen industrial por el repunte en Brasil unos 1.500 millones adicionales, el no pago del Boden 2012 ahorraría respecto de este año unos 2.200 millones y el no pago del cupón PBI (dado que este año el crecimiento oficial estaría por debajo del 3,3% que se requiere para el pago de ese instrumento) ahorra otros 2.500 millones.
P.: Las razones domésticas de las que habla, ¿desequilibran ese marco positivo?
L.L.: En realidad, la gran duda es si ese crecimiento que proyectamos es sustentable dado el marco de políticas. Yo tiendo a pensar que desde octubre pasado hubo un cambio importante en las reglas del juego que van a tener sus impactos en términos de dinamismo de la inversión y el empleo. Básicamente, hablo del cepo a la compra de dólares, las restricciones para el giro de utilidades y las trabas a las importaciones, que cambian el funcionamiento de la economía y alteran el entorno en el que se deciden las inversiones. La gran incógnita es si los empresarios se van a poder adaptar a un clima de inversiones que va a ser mucho más impredecible y hostil.
P.: ¿Cuál es su proyección?
L.L.: Es muy posible que se dé el rebote, pero también una segunda caída que dependerá tanto de las condiciones exógenas como de las internas. Para pensar en lo que puede pasar, se puede aplicar un poco el juego de las diferencias entre la Argentina y Venezuela, ya que son países que aplican políticas económicas similares, salvando las enormes diferencias que hay. En Venezuela hay una prohibición total de atesoramiento en dólares que llevó a una brecha cambiaria de más del 100% (4,3 es el dólar oficial y el paralelo está cerca de 11). Cuando esta brecha aumentó en 2008, la economía se «estanflacionó». Crece un poco o baja un poco dependiendo de la producción del petróleo. La buena noticia para Venezuela es que el 95% de sus exportaciones son commodities y en la Argentina, en cambio, el 35% son manufacturas del tipo industrial. El tejido industrial acá es mucho más importante que en Venezuela. Aun aquellas industrias que representan sustitución de importaciones que están protegidas por el Gobierno generan un costo de eficiencia grande para la economía. Si uno mira la apreciación del tipo de cambio que hubo en Venezuela y se la aplica a la Argentina, se termina con un tipo de cambio real parecido al que tuvo la tablita de Martínez de Hoz en el año 81. Por eso, no devaluar puede tener consecuencias mucho más severas que en otros experimentos o países. También es cierto que no se puede devaluar sin un plan.
P.: ¿Hay muestras de que puede haber un plan?
L.L.: Puede haber una flexibilización transitoria a la compra de dólares, pero las reglas generales son que continuarán las restricciones a la adquisición de moneda extranjera, trabas a las importaciones y va a haber mayor presencia del Estado en todos los sectores que se van a ir cumpliendo. Todo esto por la sencilla razón de que es la forma que tiene el Gobierno de ir solucionando los problemas. Es decir: cuando tuvo el problema de la inflación generó un atraso cambiario que llevó a la fuga de capitales. Y en cambio de solucionar la inflación, que es la causa, se atacó el síntoma, que es la compra de dólares. Lo más probable es que continúe el ataque microeconómico al problema que tienen raíz macroeconómica.
P.: La fuga de capitales se detuvo.
L.L.: Claro, la salida de dólares está compensada porque hoy hay un tipo de cambio paralelo que funciona como un tipo de cambio libre, y para que uno compre, alguien tiene que vender. Por eso la creación de activos externos que publica el Banco Central es prácticamente cero. Lo que ha hecho el Gobierno de alguna manera es liberar el tipo de cambio paralelo que opera como libre. Pero hace eso para no tener que vender reservas propias o devaluar el tipo de cambio oficial. El problema que genera esta política es que la no devaluación del dólar oficial con una inflación que va a una velocidad crucero del 25% lleva a que haya cada vez más atraso cambiario, que está empezando a pegar muy fuerte en la rentabilidad de muchos sectores industriales y en las economías regionales. Por esto es que han sufrido tanto las tasas de inversión y empleo.
P.: ¿Sería correcto devaluar en este momento?
L.L.: Lo que se requiere es una política integral que ataque la inflación, el tipo de cambio, los subsidios, el marco regulatorio para la inversión en sectores clave, y no sólo en energía y servicios públicos. La inflación está uno o dos puntos por encima de lo que fue el año pasado, más del 24% interanual. Esto muestra el gran problema de la Argentina, que es la aceleración de la inflación, producto de varios factores, pero principalmente de una política muy expansiva. El Gobierno decidió mantener estable el tipo de cambio para que no sea un condimento adicional. Eso generó una apreciación muy fuerte del tipo de cambio real, que nos llevó debajo del 1 a 1 de la década del 90, que derivó en una expectativa muy fuerte de devaluación y terminó acelerando la fuga de capitales, en particular en el segundo semestre del año pasado, que llevó a picos similares a los de la crisis subprime de 2008.
Fuente: Ambito
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