política monetaria
martes, 04 de junio de 2013
Los argentinos tendrán que acostumbrarse a mirar más seguido la evolución de las reservas ya que éstas determinarán el margen de maniobra del Gobierno y el deterioro del modelo. El BCRA viene perdiendo u$s1.000 millones por mes ¿A partir de qué cifra se entraría en zona de riesgo?
El escenario: la oficina de uno de los más influyentes economistas independientes. La ocasión: una charla para sus principales clientes, todos ejecutivos de grandes empresas, unánimemente preocupados por la marcha de la economía tras el anuncio del blanqueo de capitales.
Después de dos horas de debate, tras haber visto gráficos y escuchado diagnósticos, unos de los empresarios levantó la mano para hacer una pregunta.
A esa altura, sólo le preocupaba una cosa: "¿Si tuviera que elegir un único indicador para saber si la situación es manejable o empeora, qué debería mirar?".
Sin dudarlo un instante, el economista respondió: "El nivel de reservas del Banco Central. Hoy, esa es la variable clave para anticipar si el contexto económico es manejable o si se está en la antesala de un fuerte ajuste".
Si siguió ese consejo, este ejecutivo no se habrá ido muy tranquilo de la reunión: los informes de las consultoras y la propia realidad no dan señales de buenas noticias.
En el último semestre, el Banco Central ha venido perdiendo a razón de u$s1.000 millones por mes. Hay que remontarse seis años atrás para encontrar un nivel tan bajo como el actual.
Y hay más datos que inquietan y que son los que habilitan a que haya una marcada preocupación por este tema:
Desde el récord (enero 2011): la pérdida ha sido de casi u$s14.100 millones.
Desde el cepo (octubre 2011): la merma fue de u$s9.000 millones.
En lo que va del año: se evaporaron u$s4.700 millones (10% del total de enero).
Este declive se da pese a que el ingreso de divisas por la exportación agrícola (u$s9.600 millones) ha sido unos u$s1.000 millones superior al del año pasado.
Y este cuadro es apenas un pantallazo. Porque profundizando el análisis los motivos que generan inquietud se acumulan.
"La cosecha aportó más dólares, los particulares no pueden comprar y, aun así, el Banco Central pudo adquirir la tercera parte de billetes respecto al año pasado. Es una tendencia preocupante", resume Andrés Méndez, director de la consultora AMF. En este sentido, cobra relevancia el hecho de que de los u$s9.600 millones que ya liquidó el agro, el Banco Central sólo pudo comprar poco más de u$s750 millones.
Fernando Marengo, economista jefe del Estudio Arriazu, destaca: "Contrariando las quejas que había expresado el Gobierno, no se está viendo que los productores sojeros se sienten sobre su stock y demoren la liquidación de divisas".
"El tema -agrega el economista- no es tanto la entrada sino la salida, porque en abril el Banco Central compró u$s600 millones pero le vendió u$s1.600 millones al Gobierno para el pago de obligaciones financieras".
La opinión mayoritaria entre los analistas es que estas cifras son un síntoma de que la estrategia represiva del cepo cambiario se ha mostrado poco efectiva, dado que, al decir del consultor Federico Muñoz, "los argentinos suelen ser muy hábiles para encontrar resquicios para vulnerar la prohibición de fugar capitales".
Los hechos parecen darle la razón, porque mientras que el Gobierno sigue anunciando medidas de control, como la enésima y más reciente para limitar el uso de tarjetas de crédito en el exterior, el "ingenio popular" sigue funcionando para encontrar nuevas formas de adquirir los tan ansiados billetes verdes.
A esto se suma el retiro de los depósitos en dólares de los bancos -de unos u$s7.000 millones desde el cepo- y cuestiones propias del Banco Central, como la caída en la cotización del oro, que forma parte de su activo.
El nuevo índice de riesgo país
En ese contexto, Muñoz hace una advertencia: "En un futuro no muy lejano, el conteo diario de la caída de reservas puede llegar a convertirse en un morboso indicador, al estilo del riesgo-país en los tiempos finales del 1 a 1".
¿Exagera Muñoz? La historia argentina no indica que tal pronóstico sea descabellado. A fin de cuentas, pocos podrían afirmar, en la época buena del plan de convertibilidad, que ese indicador -que resultaba "esotérico" para la gran mayoría de la población- se convertiría finalmente en un tópico de conversación cotidiana.
En aquellos frenéticos días de 2001, las amas de casa y los oficinistas, los humoristas de TV y los taxistas, todos tenían algo para opinar sobre el "riesgo país".
Tal vez no muchos tenían en claro cómo se componía el índice, pero entendían que era un termómetro de lo cercano que estaba la Argentina de entrar en un punto de no retorno en su crisis, y por eso seguían el día a día de su escalada.
Y no son pocos los que creen que ahora el nivel de reservas del Banco Central hará las veces de la nueva herramienta de medición sobre qué tan deteriorado luce el actual modelo económico.
"Las reservas seguirán bajando", es el contundente pronóstico del economista Eduardo Blasco, quien señala que el Gobierno debe elaborar cuanto antes un programa para ir recuperando lo perdido.
Al respecto, el influyente analista Miguel Bein, que se ha caracterizado por mantener un tono "neutral" en sus opiniones sobre la gestión kirchnerista -remarcando los logros y también sus puntos de disidencia- sostiene que -pasado un determinado umbral- "un Gobierno que pierde sus reservas es una administración que se va a los 15 minutos".
Bein estima que la preocupación por este tema fue, precisamente, lo que llevó a Cristina Kirchner a pedirle a su equipo económico que aportara ideas correctivas, lo cual desembocó en la presentación del blanqueo de capitales.
Un daño autoinflingido
Para un Gobierno que siempre se ha enorgullecido del "poder de fuego" de su Banco Central, debe ser doloroso observar cómo las reservas vienen cayendo de forma tan pronunciada. Y compara el actual contexto con aquellas jornadas "gloriosas" en las que compraba más de u$s100 millones por día.
Y aunque Mercedes Marcó del Pont simule no estar preocupada y haya dicho ante los congresistas que "las reservas están en nivel récord", todas las decisiones emanadas del equipo económico dejan en claro que reina la angustia por este "nuevo indicador de riesgo país".
Lo peor del tema es que la mayoría de los analistas creen que el sostenido declive es un daño que el Gobierno se ha autoinflingido, al ver que en otras naciones del vecindario no saben cómo hacer para sacarse de encima los dólares que reciben.
Hernán Lacunza, ex gerente del Banco Central, señala que el reciente blanqueo de capitales es parte de un "relato" económico negador de la realidad.
El analista resalta que el Gobierno no ha dicho una sola palabra sobre la caída, pese a que se está frente a precios históricamente altos para la venta de materias primas al mundo. Tampoco hizo referencia a la sangría de u$s14.000 millones de reservas en pleno torniquete del cepo.
"¿La avidez por el dólar tendrá algo que ver con el atraso cambiario producto de la inflación?", se pregunta Lacunza.
En la misma línea, un informe de Luciano Laspina, economista jefe del Banco Ciudad, destaca que la propia política oficial es la que está generando el hecho de que las importaciones crezcan a mayor velocidad que las exportaciones.
Sostiene que esto no sólo sucede por el retraso cambiario, que abarata los bienes de consumo, sino por las propias regulaciones: "La brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo incentiva la sobrefacturación de importaciones al tipo de cambio oficial" (ver nota: Estiman en u$s12.000 millones la sobrefacturación de importaciones para acceder al tipo de cambio oficial).
Llegando a la zona de riesgo
Los analistas temen que lo peor es que el Gobierno está llegando al punto de tener que optar entre reservas y crecimiento económico, dado que una de las formas de no continuar perdiendo divisas es restringir aun más el nivel de importaciones.
Desde la óptica oficial, las reservas constituyen un "punto innegociable", dado que contribuyen a: Hacer frente al déficit energético tras perder el autoabastecimiento. En el primer cuatrimestre, la compra de combustibles ya costó u$s1.500 millones.
Cumplir con las obligaciones externas, tales como un reciente pago de u$s900 millones al Banco de Francia y nuevos vencimientos de bonos por unos u$s2.000 millones en el segundo semestre.
Importar equipamiento que necesitan los empresarios para agrandar su capacidad instalada e insumos para líneas de ensamblado.
Y, sobre todo, disponer de reservas adicionales para financiar parte del gasto público, ante la imposibilidad de fondearse en el mercado internacional de crédito.
Con este panorama, hay dos preguntas fundamentales que se hacen los que siguen el termómetro verde. Primera: ¿continuará el declive o habrá un amesetamiento? Segunda: si las reservas siguieran barranca abajo hasta un nivel preocupante, ¿qué medida adicional podría tomar el Gobierno? En cuanto al primer punto, algunos tienden a pensar que en los próximos meses podría atenuarse la caída, considerando el aporte del blanqueo, el de la cosecha que falta liquidar y en el marco de vencimientos de deuda manejables.
Otros no comparten esta visión. Como el economista Carlos Melconian, que sostiene: "Si con estas exportaciones hay que bancar la tasa a la que crece el turismo, las importaciones de energía y además los servicios de la deuda y obligaciones de YPF, entonces la tendencia será decreciente".
Marengo, del Estudio Arriazu, prevé "una desaceleración en el goteo para los próximos meses, pero con el riesgo de que se retome velocidad hacia fin de año". Estima que más cerca de diciembre el Banco Central podría llegar a contar con u$s36.000 millones.
¿A partir de qué nivel hay que preocuparse? No todos los analistas coinciden en este punto. Eduardo Curia, uno de los ideólogos de la primera etapa del modelo -cuando se defendía el tipo de cambio competitivo- cree que si se cae a los u$s30.000 millones se entraría en una zona de riesgo.
Si eso ocurriera, afirma Curia, el Gobierno evitará la alternativa de la devaluación -por considerarla inviable políticamente- y buscaría una vuelta al mercado de crédito internacional.
Claro que, en el medio, hay otras medidas que pueden cerrar aun más las grietas por las cuales hoy se filtran los dólares.
"Es difícil pensar en algo impopular antes de las elecciones, como podría ser un mayor encarecimiento del turismo externo, por ejemplo. Pero vista la dinámica, uno debe esperar que después de las elecciones haya algún tipo de nuevo torniquete", arriesga Méndez, de AMF.
El problema es que para octubre "falta una eternidad". Cabe recordar que por servicios turísticos se estima que la administración kirchnerista deberá "sacrificar" unos u$s10.000 millones en el año, cifra que ya le compite a la de la factura de energía que debe pagar al exterior.
Méndez no oculta su escepticismo ante eventuales restricciones: "Los de afuera no quieren traer dólares y los de adentro se los quieren llevar. Y eso es como una bomba de tiempo que hay que desactivar".
En la misma línea, un estudio de la consultora Muñoz muestra cómo el "cepo" trajo como consecuencia indeseada, que se perdieran cuatro de cada 10 dólares que voluntariamente ingresaban al sistema financiero.
Melconián no duda en afirmar que "las restricciones al dólar, desde el punto de vista de lo que vinieron a cumplir, claramente han fracasado".
Mientras tanto, el termómetro verde sigue mostrando un deterioro, con su peligroso "deja vu" para quienes vivieron los días en que era casi obligatorio seguir el índice de riesgo-país.
Fuente: iProfesional
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