DEUTSCHE BANK
lunes, 17 de febrero de 2014
Detalles de una impactante operación con grandes bancos, que involucra a un argentino.
Primero lo discriminan y luego lo calumnian. Así resume su vida el trader argentino de 35 años Ezequiel Starobinsky desde que a inicios de febrero se publicó su nombre como el del cuarto operador de mercado del Deutsche Bank que en menos de treinta días era despedido por el banco debido a una supuesta vinculación con un fraude internacional de divisas. “La realidad de los hechos”, dice un comunicado que Starobinsky hizo llegar a Clarín, es que él mismo se consideró despedido de su oficina en Buenos Aires y que ya inició acciones legales contra el banco “por agravios discriminatorios”.
El Deutsche Bank, que antes de Starobinsky terminó su vinculación laboral con tres operadores en Nueva York, no lo acusó públicamente y se abstuvo de comentar la nota del 5 de febrero de la agencia Reuters que vincula al argentino con el fraude de divisas. Lo único que la rígida política de comunicaciones del Deutsche permitió decir fue que no habían recibido “confirmación sobre acciones legales de Starobinsky”.
Más allá de la culpabilidad o inocencia del trader argentino, el que está frente a un problema de difícil solución es el Deutsche. Junto con Citi, HSBC, UBS, JP Morgan y Royal Bank of Scotland, entre otros bancos, es investigado desde 2013 por las autoridades financieras de Berna, Bruselas, Londres y Washington, con relación a un fraude internacional de divisas por el que ya fueron cesados más de 20 traders en todo el mundo. La sospecha que pesa sobre los bancos es que manipularon en beneficio propio el WM/Reuters, un indicador de referencia mundial en el que cada hora se actualiza el valor de 160 monedas.
De acuerdo con la acusación, el engaño con el que los operadores del mercado de cambios hacían crecer los beneficios del banco y con ellos sus bonus consistía en apostar contra los pedidos de compra de monedas de sus propios clientes. Aprovechando que muchos de esos clientes eligen comprar divisas al precio que fija el WM/Reuters de las 16 horas de Londres, los traders se ponían de acuerdo y operaban de forma coordinada en el minuto en que el WM/Reuters se nutre de datos para actualizar los valores: entre los últimos treinta segundos de las 15 horas y los primeros treinta segundos de las 16 horas.
Sin hacer público su nombre, uno de los responsables de estas operaciones las explicó a la agencia Bloomberg, con un ejemplo:
1) A las 15.30 horas el trader recibe la orden de un cliente para cambiar 1.000 millones de euros por francos suizos al precio que indique el WM/Reuters de las 16 horas de Londres.
2) En una conversación de chat a la que tienen acceso operadores selectos de bancos de todo el mundo, ese trader pone en común la información con colegas que pueden haber recibido órdenes similares (las salas de chat tenían nombres tan sugerentes como “El club de los bandidos” y “El cartel”).
3) El trader se adelanta a su cliente y, con dinero del banco, cambia un millón de euros por francos suizos antes de las 16 horas.
4) En el último minuto de la hora, durante los sesenta segundos en que el WM/Reuters recopila la información de las operaciones cambiarias que en ese momento tienen lugar en el mundo, el trader y los socios que haya conseguido juntar en el chat lanzan una catarata de pequeñas órdenes de compra de francos suizos (el WM/Reuters usa una mediana para su cálculo) y ofrecen más euros por franco de lo que ellos tuvieron que pagar unos minutos antes.
5) La catarata de operaciones de ese último minuto sube 0,02% el precio en euros del franco suizo en la WM/Reuters de las 16 horas.
6) El operador recibe los 1.000 millones de euros de su cliente y le entrega los francos suizos que corresponden según el nuevo tipo de cambio de las 16. Recupera así los euros que invirtió a las 15.30 y, como los francos ahora están más caros, deja en su banco 200 mil francos (US$ 224 mil) que compró con sus mil millones. Treinta minutos de trabajo por los que recibirá varios miles de dólares en concepto de bonus.
Pese a las sospechas que hace tiempo rondan sobre los precios del indicador, muchos fondos siguen necesitando una referencia como el WM/Reuters, porque les da acceso a un valor universalmente conocido para ajustar sus fórmulas de inversión y desinversión. No son los únicos perjudicados, pero se estima que los fondos indexados a los que afectó directamente la manipulación del WM/Reuters controlan unos US$ 3,6 billones (el PBI de Alemania está en torno a los US$ 3,4 billones).
Después de que la Unión Europea, las autoridades financieras suizas y británicas, y el Departamento de Justicia de Estados Unidos comenzasen sus investigaciones, esta semana se supo que hasta la Reserva Federal piensa tomar cartas en el asunto. El baile está a punto de comenzar.
Fuente: Clarín
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