política monetaria
martes, 11 de marzo de 2014
En grandes bancos se desploma hasta un 50% y temen un repunte de la mora.
El año financiero arrancó con un escenario adverso y desconocido para los banqueros. Acostumbrados a sacar tajada de un modelo que sostuvo en el consumo buena parte de su crecimiento, los ejecutivos del sector sufren ahora las inclemencias de un ajuste monetario que empieza a golpear más fuerte al sector privado, de un estancamiento de la actividad que limita la demanda de sus productos y de una pérdida del poder de compra que hace más riesgosos sus negocios.
Es el comentario que circula ahora entre gerentes de productos y préstamos de las grandes entidades del sistema, hoy con más tiempo que en otros años para intercambiar experiencias y hablar de adversidades: la colocación de créditos al consumo se derrumba hoy a casi la mitad del ritmo que habían percibido siempre, con unas pocas excepciones, en los meses de febrero y marzo de esta década; y los indicadores de "mora temprana" les encienden ya las primeras luces de advertencia sobre nuevos incumplimientos que temen que puedan agravarse en los próximos meses, y que los obligan a adoptar medidas preventivas y estudiar mayores restricciones para el crédito.
"El golpe de la inflación y el encarecimiento del dinero desalientan buena parte de la demanda. Por un lado te sacan sueldo y por otro te piden más intereses. Es de manual, para cuidar la mora, poner condiciones más duras para que el cliente no sienta tan comprometido el sueldo en un momento en que desde todos lados suben precios y tarifas, ajustan tasas y techo y hay moderación salarial", comentaron a este diario desde un banco público.
Entre los principales bancos que prestan al consumo registraban ya una caída del 35% en los préstamos personales y del 50% en los prendarios. Sobre ellos pesan los efectos de un ajuste de tasas que se inició en las licitaciones de deuda del Banco Central, no tardó en trasladarse a los plazos fijos y que llegó, como era de esperar, a todas las líneas que no están reguladas, tanto para empresas como para particulares.
En las áreas de riesgo ya miran de cerca algunas señales de atrasos en pagos de crédito que, dicen, no se detectaban antes de la devaluación. Son aquellos incumplimientos que se ubican entre los 15 y 30 días, que no representan un riesgo serio para el banco pero que mostraron un incremento significativo en el último mes y medio y podrían anticipar hacia delante un salto preocupante en plazos más largos. La morosidad sigue a niveles bajísimos en sistema financiero (llegó a ubicarse, según el Central, en el 2,6% del total de las financiaciones al consumo en diciembre pasado) pero empezó a mostrar ya un leve repunte en estos meses en que los salarios se vieron afectados por la devaluación, el repunte de la inflación y la demora de las paritarias. En algunas entidades ya estudian reducir la relación cuota-ingreso de los préstamos. Es decir, limitar los pagos mensuales a una menor proporción sobre el salario que perciben en sus trabajos.
El encarecimiento del dinero también disuade a las compañías a tomar adelantos en cuenta corriente, en lo que las tasas saltaron del 21% al 29% en sólo un año, y documentos a sola firma, en donde el incremento fue del 19% al 26% en el mismo período. En los bancos miran con desconfianza ahora el avance de los cheques rechazados y el retraso de algunas empresas en sus pagos a proveedores.
Fuente: Ambito
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“irresponsables”
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“Cautivo de este banco, pesimo! Rosario.”
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