mercado crediticio
lunes, 21 de julio de 2014
El Gobierno siempre dijo que una cosa es tomar créditos para obras de infraestructura y otra para compromisos financieros. Pero las reservas no crecen y la agenda de vencimientos es dura. Pactar con holdout dará oxígeno al dólar y al discurso oficial, que enfrentará un arriesgado giro.
"Nadie cae en default por una deuda que es un 3% del PBI", fue la frase más repetida desde que la Corte Suprema estadounidense le bajara el pulgar a la Argentina.
Expresaba la visión optimista de buena parte del mercado, en el sentido de que, llegado el momento, el Gobierno dejaría de lado la retórica combativa para sentarse a negociar.
Claro que el propio Axel Kicillof planteó el argumento que ponía en duda esa convicción: el monto a pagarle a los holdouts puede ser poco si se lo mide en términos de PBI, pero la cosa cambia si se lo compara con las cascoteadas reservas del Banco Central. En ese caso, la cuenta llega al 50 por ciento.
Quedaba flotando entonces una conclusión: como dólares no hay, cualquiera fuera la fórmula elegida para acordar con los "buitres", implicaría la necesidad de pedir plata en el mercado.
Aun en el caso de que, como todo indica, se llegue a una solución "a lo Repsol" que implique el pago con bonos, también será necesario recurrir al financiamiento. A fin de cuentas, estos títulos tarde o temprano deben ser cancelados, y la situación ya no está como para seguir sacrificando reservas del Central.
Hablando en plata, las obligaciones financieras del país solamente en este mes incluyen los u$s650 millones de la primera cuota para el Club de París más la cuota "congelada" por el juez Thomas Griesa a los bonistas del canje de 2010, que supera los u$s500 millones. Y todo esto, sin considerar un centavo para los "buitres".
Y lo que sigue en el calendario es más preocupante aun.
• Según la estimación de Daniel Artana, economista jefe de la fundación FIEL, los vencimientos en moneda extranjera bajo ley argentina suman u$s9.400 millones en el próximo año y medio.
• A esto hay que agregar la cancelación de u$s5.200 millones con organismos multilaterales de crédito. • Esto sólo considerando al Gobierno central. Porque si se tiene en cuenta la deuda de las provincias hay que adicionar otros u$s2.300 millones. • También debe contemplarse las necesidades del sector privado, que tiene obligaciones por u$s9.300 millones. Y para ello, debe recurrir a comprarle dólares al Banco Central.
En definitiva, incluso sin considerar el revés judicial contra los buitres, el panorama financiero ya lucía bien difícil para el país.
"Julio viene espantoso, y la agenda de pagos de este segundo semestre es más complicada", sintetiza el economista Tomás Bulat.
El consultor Salvador Di Stefano pone una nota preocupante: "La Argentina necesita de aquí a fin de año un total de u$s10.000 millones para tapar el agujero de las cuentas públicas". Y agrega: "Si no se consigue ese dinero, deberá financiarlo vía emisión monetaria o crédito interno. Ambas medidas generan inflación y contracción económica".
Endeudamiento o crisis La situación, entonces, puede definirse de manera concisa: el futuro cercano ya se presentaba complicado incluso cuando todo indicaba que el Gobierno tendría tiempo para seguir "freezando" el tema de los fondos buitres.
Y, a pesar de que Juan Carlos Fábrega logró detener la pérdida de reservas y estabilizar la caja del Banco Central en u$s29.000 millones, ya había consenso respecto de que se había agotado el margen como para seguir "pagando deudas con dinero del bolsillo".
Ya en ese momento, después de haber arreglado los conflictos con Repsol y con el Club de París -a un costo de u$s16.000 millones-, el Gobierno admitía que la fase del "desendeudamiento" había quedado atrás y que ahora se abriría una etapa de búsqueda de capitales. Claro que los funcionarios siempre se encargaban de aclarar que dicha búsqueda iba a tener como principal objetivo lograr "financiamiento del bueno". Es decir, conseguir dinero para obras de infraestructura.
Y el litigio con los fondos buitre -que en teoría obliga a pagar al contado u$s1.300 millones- terminó finalmente de poner en claro lo que todos los economistas venían insinuando desde hacía tiempo: que la Argentina deberá hacer un intento por retornar a los mercados de capitales lo antes posible. Y que la deuda deberá ser aplicada a un auxilio financiero de corto plazo, de manera de evitar nuevos problemas con el dólar y una profundización de la recesión.
Un análisis de la consultora Economía & Regiones apunta que, si el Gobierno pretende sostener su política fiscal expansiva -financiada con emisión monetaria- y, al mismo tiempo, cuidar los dólares del Banco Central y, además, no volver a una devaluación brusca, entonces se tornará indispensable pedir prestado.
Hablando en plata, según E&R, "el Estado Nacional necesitaría conseguir financiamiento externo por un monto de entre u$s13.000 millones y u$s17.000 millones para llegar a fines del año próximo", si es que no quiere caer en "turbulencias financieras y cambiarias".
No parece un objetivo fácil de lograr para un país que, aunque haya hecho dos canjes de su deuda en default, desde hace 12 años es considerado un "paria financiero" por el resto del mundo. Al punto que en ese extenso período no ha obtenido crédito, salvo pequeñas dosis de organismos multilaterales -como el Banco Mundial, Banco Interamericano- y de gobiernos "amigos" como el de Venezuela que, por cierto, no cobraron una tasa de interés precisamente amistosa.
Griesa, ¿de villano a funcional al modelo K? El dato llamativo es que hay cierto consenso en el mercado en el sentido de que, a fin de cuentas, esta crisis con los "buitres" podría hasta llegar a ser positiva, en el sentido de que -aunque sea de manera forzada- terminará por normalizar la relación de la Argentina con el mercado financiero internacional.
Tanto, que la consultora Elypsis, dirigida por Eduardo Levy Yeyati, llega a calificar el revés judicial argentino como una "bendición encubierta".
"Asumiendo un acuerdo con los holdout, vemos un regreso del crecimiento en el segundo semestre, que eleva nuestro pronóstico de a -0.5% para 2014", señala Levy Yeyati quien, al igual que la mayoría de los analistas, asigna bajas probabilidades a la ocurrencia de un default.
En la misma línea, el economista Alfonso Prat Gay cree que tras el "affaire buitres" mejorarán las posibilidades de estabilización de la economía.
"Si resuelven el problema medianamente bien, hay buenas chances de que se reduzca la brecha con el dólar blue, porque en la segunda mitad del año abandonarían esta estrategia insólita de pagar en efectivo cada vez que hay un vencimiento", señala el ex titular del Banco Central y uno de los analistas más críticos de la estrategia de renegociación de la deuda.
Para Prat Gay, un acuerdo permitiría al país "salir al mercado, refinanciar y evitarse el problema de estar contando los porotos cada día porque no alcanzan las reservas".
El argumento de quienes se muestran optimistas es que un obligado acuerdo con los litigantes sacará a la Argentina del "Veraz", hará subir la cotización de los bonos soberanos y bajará el índice de "riesgo país", actualmente en torno de 670 puntos.
En otras palabras, que aparecerán financistas dispuestos a prestarle dinero a la Argentina y que será a tasas notoriamente más bajas que las que le ofrecían hasta ahora (de nivel prohibitivo).
El primer paso en esta dirección sería la presentación de un plan para pagarle a los "buitres" con bonos, en un esquema similar al usado para indemnizar a Repsol. Y ya hubo manifestaciones de interés por parte de bancos de inversión para ayudar a la Argentina a colocar esos papeles y financiar los pagos de cuotas. Esta salida es, de momento, la que genera consenso entre los analistas.
"La combinación de altas tasas de interés, sumada a la posibilidad de alza en los precios de los títulos públicos a entregar, hace que los holdouts se muestren muy predispuestos a aceptar más bonos que efectivo. Y mientras más largos sean los plazos, mejor, dado que tienen mayor potencial alcista", observa Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica.
En tanto, la consultora Economía & Regiones estima que la ingeniería financiera más probable es la emisión de títulos por una cifra mayor a la deuda que exigen los "buitres", sin usar efectivo. Es decir, el modelo Repsol.
Y agrega que, en ese escenario, el país podría estar en condiciones de recibir dólares frescos por u$s19.000 millones desde ahora hasta finales de 2015.
Para los analistas de E&R, hay un incentivo adicional para pactar con los holdout: el mercado tiene condiciones especialmente beneficiosas para tomar deuda, que no durarán mucho tiempo.
"Hay elevada liquidez internacional, En Estados Unidos la tasa de referencia continúa en su mínimo histórico y Europa ha bajado el tipo de interés al 0,15%, lo cual constituye un nuevo ‘piso' para el costo del capital europeo", señalan. No obstante, advierten que ya para 2015 se prevé una reversión de la tendencia, con tasas al alza por un período de al menos tres años.
Costo político pero billetera llena Claro que en este tema no sólo juegan las cuestiones financieras, sino que también tienen fuerte peso los factores políticos.
Para algunos analistas, la posibilidad de tomar deuda "de la mala" (es decir, para enfrentar compromisos financieros y no para obras de infraestructura), si bien por un lado implica oxígeno para el final de mandato de Cristina Kirchner, supone también un nuevo agujero en el "relato", que hace rato abandonó la "épica del desendeudamiento".
Como señala el filoso Jorge Asís, el Gobierno "pasó de acusar ‘extorsión' a suplicar por mejores condiciones para pagar". Y que, finalmente "debe asumir la tristeza de endeudarse para cancelar deuda y celebrar también la aparición providencial de los buitres dobles", como califica a "los financistas internacionales que se aproximan para encargarse del negocio despojado de la capitulación".
Sin embargo, no todos creen que el kirchnerismo deba pagar un alto costo político por firmar un acuerdo y volver a tomar deuda "de la mala".
"De todas las banderas que el relato oficial tuvo que arriar en nombre del pragmatismo, la derrota en este litigio probablemente sea la más humillante. De todos modos, el impacto político quizás no resulte tan negativo para el Gobierno", afirma el economista Federico Muñoz.
Su argumento es que "el núcleo duro del kirchnerismo sigue dispuesto a defender cualquier decisión de Cristina: últimamente, aplaudieron tanto los anuncios de pago como los de no pago".
Pero, sobre todo, plantea que la vuelta al mercado de crédito le permitiría revertir la ya indisimulable recesión y terminar el mandato con cierta holgura económica.
En la misma línea opina José Luis Espert, quien cree que el Gobierno verá la toma de crédito como una mejor alternativa a la austeridad fiscal.
"Finalizada la epopeya del desendeudamiento, ahora comenzó la del endeudamiento. Ya emitimos deuda para el Ciadi, Repsol y Club de París por u$s15.000 millones. ¿Qué le hace un mancha más al tigre y emitir otra vez? ", se pregunta el economista.
Y, con su habitual estilo irónico, agrega: "Total, ahora los que nos prestan son buitres buenos... hasta que algún día por el malgasto público, no podamos pagarles y sean buitres a secas".
Fuente: iProfesional
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