crisis económica mundial
lunes, 13 de julio de 2015
Más de 90 millones de ciudadanos del gigante asiático perdieron parte de sus ahorros tras el desplome bursátil. El rebote de los últimos días no entusiasma a los analistas, que advierten sobre la influencia negativa de esta crisis en las materias primas y las exportaciones nacionales.
El “milagro chino”, apoyado en una burbuja bursátil que prometía grandes ganancias a más de 90 millones de pequeños inversores -que representan el 80% del mercado-, terminó estallando.
Si bien el viernes se redujeron las tensiones, luego de que la bolsa de Shanghai rebotara casi 6% tras las medidas anunciadas por el gobierno de Pekín, los analistas son muy cautos y advierten que la crisis está muy lejos de haberse superado.
Por lo pronto, el mercado no se ha normalizado: la recuperación que tuvo lugar al cierre de la semana se logró en momentos en que más de la mitad de las 2.800 compañías continúa sin cotizar.
Otro factor preocupante es que gran parte de los 90 millones de ciudadanos que intentaron subirse al boom, lo hicieron tomando créditos por un total de u$s600.000 millones, cifra que más que duplica el PBI de la Argentina.
En pleno estallido, una porción de esa masa de inversores improvisados, que se dejaron llevar por el entusiasmo de las ganancias rápidas, decidieron retirarse para tratar de salvar algo de su capital, quedando en gran parte endeudados.
Mientras bancos de inversión y analistas recién están estimando los costos del descalabro financiero, con pérdidas que en el punto más crítico de la explosión de la burbuja superaron los u$s3,2 billones, hay una certeza que incomoda: millones de ciudadanos de ese país deberán comenzar a ajustarse el cinturón.
Así, el plan del gobierno de impulsar el consumo interno se vio seriamente dañado.
Lo cierto es que la crisis difícilmente quedará encapsulada dentro de las fronteras del gigante asiático. Por el contrario, el “tsnuami bursátil” generó una ola expansiva que, advierten los analistas, puede llegar a afectar a los países emergentes, incluida la Argentina.
¿De qué manera? Una de las principales “vías de contagio” es el mercado de las commodities que, de hecho, ya están comenzando a sufrir las turbulencias.
El impacto de la explosión por ahora lo están padeciendo aquellas materias primas vinculadas principalmente con el negocio de la electrónica y de la construcción.
“Las commodities no agrícolas acusaron de lleno la fuerte baja registrada en todas las compañías que cotizan en las dos principales bolsas de China. Los precios del cobre bajaron al mínimo en seis años, los futuros del níquel en Shanghai cayeron por debajo del límite diario permitido de 5% y el crudo retrocedió a u$s53 el barril, el mínimo nivel en tres meses”, advirtió el consultor Pablo Adreani, director de AgriPac.
El analista recalcó que “el temor a una menor actividad económica afectó principalmente a los productos relacionados con la construcción, la tecnología, la fabricación de automóviles y el consumo de combustibles y energía, necesarios para sostener los procesos de industrialización”.
A primera vista, la Argentina estaría logrando “esquivar” la primera ola expansiva, dado que ese grupo de materias primas tiene un bajísimo share en la estructura exportadora nacional.
De hecho, el país es un importador neto de derivados del crudo e insumos industriales.
Incluso, si se traza una radiografía sobre la canasta de bienes más vendidos a China, se observa que hay una muy marcada concentración en el rubro alimentos, que explica el 90% de lo despachado hacia el gigante asiático.
Del total, el 75% está explicado por el complejo sojero, básicamente por las exportaciones de porotos y aceites.
Sin embargo, los analistas no descartan que el pinchazo de la burbuja bursátil, que endeudó a decenas de millones de chinos, comience a “socavar” las cotizaciones de los granos.
Al cierre de la semana, la soja y demás cultivos no sólo no cayeron sino que se mantuvieron firmes. Sin embargo, la disociación entre las commodities agrícolas e industriales está explicada por un único factor: el clima.
Guillermo Rossi, analista de mercados de la Bolsa de Comercio de Rosario, afirmó que “hoy la principal variable que afecta al valor de la soja son las condiciones meteorológicas en Estados Unidos, que definirán el futuro de la cosecha en ese país, uno de los tres grandes productores de la oleagionsa a nivel mundial junto con la Argentina y Brasil”.
La cuenta es simple: si en las próximas semanas el clima no mejora, entonces habrá una menor cosecha, bajarán los stocks y esto ayudaría a sostener los precios. En cambio, una mejora en esa variable incrementaría la producción y dejaría al precio de la soja sin sostén y “desprotegida” ante la crisis china.
De hecho, en el mercado de futuros, el precio del “yuyito” ya no luce tan sólido a mediano plazo.
“Claramente, el derrumbe del mercado de valores del gigante asiático, a lo que hay que sumar la crisis en Grecia y el fortalecimiento del dólar en el mundo, son todos factores que irán presionando hacia abajo a la cotización de la soja”, argumentó Rossi.
En la misma línea, el economista Gabriel Caamaño Gómez sostuvo que “el hundimiento de la bolsa de China es otro factor más que profundiza la tendencia de un dólar más fuerte a nivel global. Y esto es sinónimo de un debilitamiento de los precios de las commodities, que se mueven con un patrón opuesto”.
¿Cuáles son, en concreto, las perspectivas que se abren para la soja, principal generador de caja para el Gobierno Argenino?
El consultor Salvador Di Stefano advirtió que “hacia adelante estamos ante un mercado bajista. La posición noviembre de 2015 vale u$s363 la tonelada y la de noviembre del año próximo está en u$s349”.
Estos precios se encuentran muy por debajo de las cotizaciones de los últimos tres años: en 2014, por ejemplo, la oleaginosa alcanzó un valor promedio de u$s458 por tonelada; en 2013 fue de u$s517 en tanto que en 2012 había tocado los u$s540.
Tanto para la administración kirchnerista como para el próximo Gobierno implica un serio problema, en un contexto en el que se advierte una preocupante aceleración del déficit fiscal y en el que se necesitan cada vez más dólares.
Según un informe de Economía & Regiones, los ingresos tributarios vienen resintiéndose, en gran medida, por el muy pobre desempeño del comercio exterior. Y las noticias que llegan de China no ayudan a suponer una mejora de las perspectivas.
Según E&R, se espera que el déficit fiscal este año pase a equivaler casi el 5,1% del PBI, cuando en 2012 apenas representaba el 1,2 por ciento.
Con una soja muy por debajo de los registros históricos, desde la consultora advirtieron que, “sin cambios en el programa económico, sin una ampliación del swap con China –ahora en una situación altamente delicada- y sin negociar con los holdouts, entonces el próximo Gobierno no podrá financiar el dólar ahorro ni maquillar la caída de reservas”, que corren riesgo de desangrarse el próximo año.
China, el "árbitro" de la soja
Al trazar perspectivas, los analistas hacen una salvedad clave: la crisis china, si eventualmente afecta a la Argentina, tendrá una “vía de transmisión” indirecta.
Según Caamaño Gómez, “si en los próximos meses nuestra economía se ve alcanzada, será más que nada por una baja en el precio de la soja que por los menores volúmenes que nos compre el gigante asiático”.
“China tiene un peso preponderante en la formación de precios a nivel internacional, por eso si su mercado está en crisis, nos terminará perjudicando. Pero, en términos de volúmenes exportados, la realidad es que esa plaza no es la más importante. Por eso las consecuencias negativas llegarían, más que nada, por una vía indirecta”, acotó el economista.
Al trazar una radiografía sobre el complejo sojero se observa que el gigante asiático adquiere el 20% de todas las exportaciones. De este modo, se ubica por detrás de la Unión Europea, hoy por hoy, el principal destino para el “yuyito”.
Esto se debe a que si bien China es el comprador más importante de porotos de soja de la Argentina, ese formato representa apenas el 23% de las exportaciones de todo el complejo.
En cambio, casi tres cuartas partes de la cosecha nacional sale en forma de harina, fundamental para la alimentación de animales. Y la Unión Europea es el principal cliente, seguido por Indonesia, Vietnam y Tailandia.
“China nos compra porotos, pero el fuerte de la Argentina es exportar soja ya procesada, donde ese país asiático prácticamente no participa”, explicó Rossi.
El riesgo de un mayor déficit comercial
Según el último informe del Fondo Monetario Internacional, se espera que China siga creciendo, pero a un menor ritmo al que lo venía haciendo.
Incluso, un estudio publicado días atrás por la OCDE señala que la demanda de commodities por parte de ese país se moverá de manera más lenta.
Y si bien el mayor impacto para el comercio exterior argentino estará dado por la influencia del gigante asiático en el mercado mundial de materias primas, analistas advierten que una economía asiática menos dinámica incrementaría el déficit comercial con esa nación.
En 2014, el rojo alcanzó una cifra récord de u$s6.300 millones, mientras que una década atrás era la Argentina la que tenía un saldo a favor, del orden de los u$s1.200 millones (ver cuadro).
Esta reversión de la balanza comercial, afirmaron desde Abeceb, está vinculada con que “nuestro país nunca logró diversificar la matriz exportadora. De hecho, el 75% de todo lo que le vendemos está explicado por la oleaginosa”.
Pese a esta "sojización" de los envíos, está claro que una desaceleración de la demanda china también profundizará la crisis de algunas economías regionales, hoy seriamente afectadas por el atraso cambiario.
Carne vacuna y aviar, lanas, tabaco, lácteos, cueros y hasta derivados del maní son algunos de los productos que integran el "top 10" de los bienes más exportados a ese destino.
Como contrapartida, desde Abeceb afirmaron que “las importaciones desde el gigante asiático están repartidas en una gran cantidad de bienes, con una gran preponderancia de los insumos para la industria y el agro”.
China, de hecho, actualmente es el principal proveedor de las terminales electrónicas instaladas en Tierra del Fuego, que compran en ese país componentes para la fabricación de celulares, computadoras y televisores LED, que ya explican el 40% de todas las importaciones.
En este contexto, desde Abeceb advirtieron que “si el precio y los volúmenes exportados de soja bajan y la demanda de insumos para la producción de bienes tecnológicos aumenta, tal como se prevé luego de que el Gobierno les amplíe a las empresas el cupo mensual de dólares, entonces es de esperar que a mediano plazo el déficit con China tienda a profundizarse”.
Fuente: iProfesional
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