cepo cambiario
martes, 18 de agosto de 2015
Aun siendo chiquito y ninguneado por el Gobierno, se las ingenia para estar en el centro de escena y para que otras variables clave de la economía se supediten a él. El paralelo no baja y obliga a pagar más por plazos fijos, a encarecer el financiamiento al consumo y los créditos a empresas
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Subir las tasas de interés, más allá de la alegría que genera en los ahorristas, tiene consecuencias no tan gratas en otros ámbitos, a corto y mediano plazo.
Básicamente porque afecta a otras variables clave, como por ejemplo el encarecimiento a la hora de financiar consumos, con su consecuente impacto en el nivel de actividad.
Es que los bancos, al tener que dar un mayor premio por el dinero que reciben, también cobran más por la plata que prestan, lo que desalienta la inversión.
El Gobierno, atento a que esto no suceda, busca que las entidades paguen más por las colocaciones y, al mismo tiempo, que esto no se traduzca en una retracción en la demanda de créditos por parte del sector privado.
Este "lado b" de subir los tipos de interés se da en un contexto en el que la administración K apunta a incentivar el nivel de compras de los argentinos y a darle impulso a una actividad industrial que viene acusando caídas a lo largo de los últimos dos años.
La lógica indica que -ante una economía fría- lo más recomendable sea abaratar el costo del dinero más que encarecerlo.
El problema es que, del otro lado, hay ahorristas con "mentes dolarizadas", un comportamiento que empuja a los funcionarios a ir en sentido contrario.
Es decir, la estrategia oficial es la de subir las tasas de interés para defender al peso y así achicar los riesgos de fuga del dinero de los plazos fijos hacia el billete verde, especialmente luego de que la compra de "dólar ahorro" esté marcando niveles récord en el arranque de agosto.
Así las cosas, premiar con un mayor incentivo a quienes quieran quedarse en moneda local implica asumir el costo de créditos más onerosos destinados a particulares y empresas.
El blue le marca el camino a las tasas Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central, considera que la medida de subir las tasas de los plazos fijos es consecuencia directa de que las recetas a las que echó mano el Gobierno no han surtido efecto.
En tanto, Rodrigo Álvarez, socio y director de Analytica, sostiene que "la brecha cambiaria incentiva a salir del peso para ir en busca de dólares, lo que le resta margen de maniobra a Alejandro Vanoli".
Agrega que el titular del Banco Central entonces debe recurrir a aquellos mecanismos que tiene a mano para ir enfrentando los desequilibrios que genera un mercado con múltiples cotizaciones para la divisa estadounidense.
Además de elevar las tasas, el funcionario apela a aplicar mayores controles en la city porteña, en un contexto en el que las ventas de "dólar ahorro" ya no están ayudando a mantener frenado el precio del blue.
Tal como diera cuenta iProfesional, el Gobierno se encuentra con que la mayor adquisición de billetes verdes por ventanillas oficiales ya no es seguida por una caída en el cotización del informal: ahora los dos indicadores van en alza y a toda velocidad.
En otras palabras, el Gobierno se quedó con la peor de las combinaciones.
Es decir, sacrifica reservas para calmar el apetito del sector privado por la vía legal sin que esto se traduzca en una menor demanda a través del circuito ilegal.
De hecho, cada mes que pasa supera al anterior en cuanto a compras de "dólar ahorro" y así va marcándose récord tras récord. Mientras tanto, el precio del blue se resiste a caer.
Por ejemplo, en julio los u$s680 millones demandados por el público superaron con un impactante 32% la marca de junio que, a su vez, había sido el máximo histórico. Y agosto, por cierto, avanza en la misma dirección.
El hecho de que cada mes haya que desprenderse de más divisas es una mala noticia para el Gobierno.
Porque marca que está bajando el interés de los particulares por quedarse con pesos y aumentando la búsqueda de dinero de mayor calidad a los fines de resguardar el capital.
"El público quiere permanecer en dólares hasta ver qué pasa con la economía, a raíz de la incertidumbre política", afirma Francisco Gismondi, de la consultora Empiria.
El Gobierno reacciona ofreciendo un premio mayor por los plazos fijos en moneda local, en un intento por quitarle atractivo al inquieto blue.
Así las cosas, se reedita un clásico de la historia económica argentina: la batalla "dólar vs. tasas".
El problema ya no es cuál de las dos variables puede imponerse. Más bien, el mayor riesgo -del que advierten analistas- es que el blue es el que le va marcando el camino al costo del dinero.
Es decir, si sube el primero, entonces:
• Obliga al Gobierno a aumentar las tasas de interés (para frenar la dolarización). • Al subirlas, se encarece el costo de los créditos para consumo y el financiamiento a empresas.
Martín Redrado, otro ex presidente del Banco Central, asegura que en el actual contexto "subir las tasas de interés significa una mayor recesión para los sectores productivos".
"Es lamentable que un Gobierno que dice que apoya la fuerza productiva termine dándole la mano a la bicicleta financiera", completa.
Por lo pronto, los créditos al consumo han comenzado a ajustarse al alza.
Como en este segmento existen topes fijados por el BCRA, entonces los bancos reaccionaron del siguiente modo: sacaron las líneas más baratas dirigida a sus buenos clientes, que se ubicaban hasta ocho puntos por debajo del techo impuesto por el BCRA: 32% para prendarios, 37% para préstamos personales y 47% para tarjetas.
La decisión de subir las tasas se tomó precisamente luego de que el blue tocara los $15,00 y de que en pocos días avanzara algo más de un 10 por ciento.
Esta suba implicó un "cachetazo" a los plazos fijos, ya que para empardar ese repunte los particulares deben inmovilizar su dinero al menos unos cinco meses.
Así, quienes ahorran en pesos (pero piensan en dólares) pasaron a ser los primeros en la lista de perjudicados.
En segundo lugar aparecen los deudores del sistema bancario. En particular, los de aquellas líneas de financiamiento que no están reguladas por el Banco Central.
Estas comprenden los préstamos a empresas, los descubiertos bancarios, los adelantos en cuenta corriente (con acuerdo) y los descuentos de cheques.
Por lo pronto, varios bancos ya encarecieron estas líneas:
• Antes, al rendimiento que obtenían por comprarle títulos Lebac al Banco Central le sumaban un punto y medio, y cobraban un 28,5% para préstamos hasta 90 días.
• Ahora -para compensar el mayor premio que deben pagar por los plazos fijos- le adicionan dos puntos y medio. De modo tal que están prestando dinero a una tasa cercana al 30% anual.
¿Qué son las Lebac? Son títulos que emite el Banco Central -para retirar pesos del sistema- que compran las entidades bancarias. A cambio, les paga un interés del orden del 27%.
¿Sirve subir tasas con alta emisión? La gran pregunta es si todas las iniciativas que está tomando el Gobierno para frenar la dolarización alcanzan.
Es decir, si aún está a tiempo para defender a la moneda local -en un contexto en el que cada vez hay más pesos circulando en la economía para la misma cantidad de dólares- o si, por el contrario, subir las tasas ya resulta inocuo.
Por lo pronto, en la gestión Vanoli, el aumento de la base monetaria ha sido récord, con un incremento del 38% interanual, superando así incluso a la de Mercedes Marcó del Pont.
Sobre finales de julio, la cantidad de pesos ha llegado a una impactante cifra de $519.000 millones. Todo un dato.
La vieja receta no surte efecto Lo cierto es que el "ninguneo" al blue que hace el Gobierno encontraría un mayor sustento si no lo obligase a tener que modificar variables clave de la economía como lo es la tasa de interés.
Si hay un ámbito en el cual el nerviosismo de los funcionarios se torna evidente es en su conducta ambigua respecto del dólar paralelo.
En los discursos oficiales hace referencia a un mercado insignificante, sin vínculos con el resto de la economía.
Pero, en la práctica, le dedica demasiados esfuerzos para frenar su cotización. Entre ellos, los aprietes a los operadores de la city, o la permanente lupa en las operaciones de "conta con liqui".
A esto se suma que ha venido abriendo la "billetera" para malvender bonos de la cartera de la Anses, sin que esto lo esté ayudando a bajar el precio del billete paralelo.
Lo llamativo del caso es que las mismas medidas que hoy resultan infructuosas, aparentemente, habían dado buen resultado a fines del año pasado.
¿Qué fue lo que se alteró entonces? Para algunos analistas, el contexto político: antes había una mayor expectativa de cambio en el modelo económico y eso llevaba a los inversores a tener una mayor confianza por los activos en pesos, de cara al post-octubre.
Al punto anterior, le añaden el cambio de actitud del Banco Central: pasó de una política netamente restrictiva -absorbía pesos mediante la emisión de letras- a tener la "maquinita de emitir" funcionando al nivel máximo.
En todo caso, lo que suelen advertir los expertos, es que subestimar la importancia del dólar blue puede constituir un grave error.
"Es un mercado muy chico pero que tiene una enorme incidencia, porque es un determinante de la conducta de muchos precios", afirma el influyente Javier González Fraga.
Mientras tanto, el atraso cambiario se agudiza y se baten récords de compra de dólar ahorro, en un contexto en el que el Gobierno se aferra a la idea de que la divisa oficial freezada le dará éxito en el plano electoral.
Apela a premiar a ahorristas y a defender al peso frente al inquieto billete verde.
El problema es que ahora ese "ninguneado" e "insignificante" blue es el que le marca el camino a la tasas de interés.
Es decir, al costo del dinero, así como también la producción, al empleo y, claro está, al propio Gobierno.
Fuente: iProfesional
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