sistema monetario mundial
lunes, 14 de septiembre de 2015
La Reserva Federal de Estados Unidos analiza si finalmente llegó el momento de endurecer su postura y terminar con la era de las bajas tasas de interés. El asunto es motivo de debate entre los expertos, porque si bien hay señales de recuperación de la economía, todavía persiste mucha volatilidad
Las agendas de los analistas, banqueros y operadores de todo el mundo resaltan una fecha clave: el 17 de septiembre.
Ese día concluyen las deliberaciones que, por espacio de dos días, llevan a cabo los directores de la Reserva Federal de los Estados Unidos, cuyo tema excluyente es decidir si se eleva la tasa de interés de referencia de su país.
En otras palabras, se sabrá si finalmente se "cerrará el grifo" de dólares que el país del norte viene promoviendo con su política de expansión monetaria como forma de incentivo de la economía.
¿Es importante que suba la tasa? A primera vista podría parecer que un pasaje desde el 0,25% que está vigente desde diciembre de 2008 al 0,5% no es algo demasiado significativo. Después de todo, sería la misma tasa que fijó y aún mantiene el Banco de Inglaterra desde el inicio de la crisis.
Sin embargo, el mundo está pendiente de esa decisión, porque puede marcar un punto de inflexión que dé inicio a una nueva etapa de las finanzas globales. Cualquier incremento sería significativo porque se pondría en evidencia que, después de casi siete años, por fin la FED estaría en condiciones de comenzar a endurecer su política monetaria.
Una noticia de ese tipo tendría connotaciones ambiguas. Sería, por un lado, la confirmación de una buena noticia, que es la mejora en la salud de la economía estadounidense, con todo lo que eso implica en cuanto a su capacidad de "locomotora" global.
Pero, al mismo tiempo, implicaría un fortalecimiento del dólar frente al resto de las monedas, lo cual suele venir acompañado de un bajón en el precio de las materias primas. Y, por otra parte, esa suba de tasas contribuiría a atenuar el flujo de capitales hacia los países emergentes.
En este último caso, podría llegar a agravarse la volatilidad de las monedas que en estos días se está percibiendo en América latina. Y la Argentina, que tiene un tipo de cambio real -es decir, descontando inflación- en los mismos niveles que a la salida de la convertibilidad, este escenario tendría duras implicancias.
Los datos que pueden definir la discusión A principios de mes, el mercado laboral estadounidense emitió una serie de señales que la Reserva Federal venía aguardando con ansiedad. Dado que la justificación política de las tasas en niveles mínimos era la ayuda a la dinamización del empleo, había quedado implítico que no podría salirse de la política monetaria laxa mientras siguiera existiendo un temor a un repunte de la desocupación. Pero los datos concretos fueron que se crearon 173.000 nuevos empleos en agosto y que, además, los salarios por hora aumentaron 2,2% frente al mismo mes de 2014.
Con estas evidencias sobre la mesa, el razonamiento de varios directores de la Fed es que se diluiría el riesgo de deflación y que, por el contrario, la inflación eventualmente se irá moviendo hacia el objetivo de 2%, lo cual justificaría su intervención.
Una posibilidad que fue explicitada por el vicepresidente del Banco Central estadounidense, Stanley Fischer, quien confió en que la inflación se acelerará a medida que se disipen las presiones por la apreciación del dólar y la caída en los precios del petróleo.
En primera instancia, estos datos dejaban abierta la puerta para que la decisión se comunique una vez concluida la reunión de su directorio pautada para el 17 y 18 de este mes.
Un sondeo de la agencia noticiosa Reuters entre 72 analistas del mercado mostró que una leve mayoría espera esta semana una suba de las tasas de interés desde el actual rango de 0%-0,25%. Pero, con el paso de los días, el "sentimiento" de los analistas fue variando a la luz de otros indicadores, que podrían limitar el margen de maniobra de la Fed, entre los que surge nítidamente la enorme volatilidad que se vivió en los mercados, luego que el Banco Central de China decidiera devaluar el yuan y aumentaran las preocupaciones por una desaceleración global.
Así por ejemplo, Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics, afirmó: "La Fed no incrementará las tasas si los mercados financieros globales se mantienen tan volátiles".
"Sus directores están especialmente enfocados en el mercado de Estados Unidos, que ha caído cerca de 10% desde su máximo histórico", agregó.
Por su parte, Bank of America Merrill Lynch expresó en un reporte: "Mantenemos nuestra previsión de que la Fed elevará tasas el 17 de septiembre, pero se asegurará de hacer énfasis en la naturaleza gradual del ciclo. Sin embargo, el mercado tiene que cooperar; no quieren un alza frente a una volatilidad significativa".
Finalmente, Alan Ruskin, jefe global de estrategia cambiaria de Deutsche Ban, consideró que "los datos de nóminas son lo suficientemente buenos para permitir un alza de tasas de la Reserva Federal en septiembre, la gran pregunta aún es si la volatilidad de los mercados financieros echará a perder los planes".
A partir de esta circunstancia y de sus impredecibles consecuencias se generó un enorme debate entre quienes están a favor y en contra de esta medida, tanto dentro como fuera de la Fed.
Asi es como por ejemplo, William Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York hizo ciertas declaraciones que rápidamente dieron la vuelta al mundo financiero: "La decisión de iniciar el proceso de normalización de las tasas parece en este momento menos adecuada de lo que parecía hace sólo unas semanas".
La suya no es cualquier opinión, ya que se trata de un verdadero "peso pesado" muy próximo a la presidenta de la Fed, Janet Yellen.
Pero esta opinión no es unánime entre los miembros del Banco Central estadounidense, ya que Esther George, presidenta de la Reserva de Kansas City, opinó en sentido contrario: "El proceso de normalización de la economía tienen que empezar ya y creo que los datos económicos indican que puede hacerse".
Sin referirse puntualmente a la medida en sí misma, Loretta Mester, presidenta del Banco de la Reserva Federal de Cleveland declaró: "Estamos en pleno empleo o muy cerca de eso", por lo que insinuó estar en favor de la suba.
Por su parte, el presidente del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, John Williams consideró que "todas las cifras económicas que hemos observado hasta ahora han sido alentadoras".
"Han sido igual de buenas o mejores de lo previsto en lo que concierne a la economía estadounidense. Pero han surgido algunos importantes vientos en contra", reconoció.
En este contexto, Janet Yellen tiene por delante su misión más complicada como presidenta de la Fed: forjar un consenso en torno de la decisión histórica sobre si llegó la hora de subir las tasas por primera vez en casi una década.
Yellen no ha hablado en público desde que compareció en julio ante el Congreso estadounidense, cuando indicó que era probable un aumento de tasas este año. Su silencio arroja dudas sobre la dirección en la que tratará de llevar a los 17 miembros que componen el Comité de Política Monetaria.
En Wall Street, las opiniones también divergentes En el corazón del mundo financiero, las visiones están lejos de ser unánimes, dado que mientras un sector expresa su temor a un repunte inflacionario y ansía ver una suba, hay otro que todavía no cree que la economía tenga la solidez suficiente como para moderar el estímulo monetario.
Michael Feroli, economista jefe de JPMorgan, sostuvo: "La Fed debería aumentar las tasas, porque si lo van a hacer gradualmente, como han dicho que es su intención, entonces tomará unos pocos años volver a la tasa de interés neutral. Con la economía cerca del pleno empleo, probablemente es sabio comenzar el proceso pronto para evitar caer detrás de la curva en 2016 o 2017".
Por su parte, JayFeldman, director de economía de CreditSuisse, acotó que los últimos datos del mercado laboral "podrían sugerir que las tasas de interés en el nivel de emergencia de cero ya no son apropiadas".
Una visión que también comparte Michelle Girard, economista jefe de RBS, quien estima que las tasas actuales ya no se justifican.
En la vereda de enfrente, son varias las voces que se pronuncian en contra de la suba, o que al menos piden que la posterguen algunos meses.
Uno de ellos es Jay Feldman, del CreditSuisse, quien se opone, al sostener que "el indicador de inflación se mantiene por debajo del 2% desde 2012 y por su parte, el crecimiento de salarios ha sido insignificante". Argumentos en favor y en contra de la medida
Los argumentos a favor de la suba son válidos si se considera que la economía de Estados Unidos está cobrando impulso. Sin ir más lejos, el Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento anual del 3% en 2015 y 2016, con tasas de inflación de 0,1% y 1,5%, respectivamente.
Con estos indicadores sería lógico que se redujeran las medidas expansionistas aplicadas desde la crisis de 2008, y va en línea con el discurso de la propia Reserva Federal. Por lo tanto, en caso de no hacerlo, podría verse afectada su credibilidad.
Sin embargo, hay otras razones poderosas para que la aplace y mantenga su actual política en los próximos trimestres. La más destacada es que ese crecimiento del 3% durante una recuperación no está a la altura de otras salidas de procesos recesivos similares.
No obstante, la dimensión y la velocidad de desplazamiento son los grandes enigmas a resolver, debido a que hoy la economía de Estados Unidos no se está comportando dentro de ciertos parámetros de normalidad.
El dato más elocuente lo brinda la inflación, pues después de casi siete años de tasas de interés en cero, se encuentra por debajo del 2%, muy inferior a la que preveían los analistas y con expectativas definitivamente bajo control, pese a que el producto interno bruto viene creciendo en forma sostenida.
Es evidente que todos estos indicadores niegan la necesidad urgente de un ajuste monetario, más aún si el banco central concentra toda su atención en el control directo de la inflación.
A ello se suma el riesgo que se corre si luego del ajuste inicial la economía frenara su crecimiento y se hiciera necesario revertirlo en un futuro cercano. En tal caso, si la Fed se viera obligada a hacerlo, lo haría en circunstancias más complicadas.
En tal sentido, Eugenio Alemán, economista senior de Wells Fargo, expresó que el banco central "quiere estar en condiciones de poder disminuir la tasa de interés en el futuro en caso de que haya otra recesión" y para eso necesita comenzar la normalización ahora.
Es por eso clave el "timing" que debe aplicar la Fed, pues si toma la decisión demasiado tarde, la inflación podría elevarse, en cambio si se apresura, podría disminuir las oportunidades futuras para maniobrar.
Lo que sí parece una obviedad es que, ante la actual fortaleza del dólar y los recurrentes ruidos en los mercados, sería necesario contar con muchas más certezas que las actuales para iniciar el ciclo ascendente de las tasas de interés y que éste resulte sostenible.
Otro motivo pasa por la agitación en materia cambiaria reinante en los mercados emergentes, que podría tener repercusiones importantes en la economía mundial.
También existe el riesgo de que, si la Reserva Federal se precipita al aumentar las tasas, se produzca una mayor inestabilidad en el mercado de divisas, ya que como consecuencia de la inundación de liquidez que generó, los flujos de capitales que se habían trasladado a los países emergentes volverán al dólar cuando suban los tipos de interés. En este escenario asoma con nitidez el peligro de fuertes fluctuaciones en esos mercados, que puede llegar a ser muy elevado.
La apreciación del dólar añadiría más presión sobre las divisas emergentes y sobre las materias primas, que ya cotizan en mínimos de los últimos 15 años.
Fuente: iProfesional
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