cepo al dólar
lunes, 23 de noviembre de 2015
Las entidades deberán bajar su posición patrimonial en esa moneda de 15% a 5% desde el lunes. "Manotear de donde sea". Ése es el lema de un Gobierno que teme por no llegar al 10 de diciembre con tenencias líquidas. Importadores, automotrices, electrónica y turismo, todos afectados por la sequía
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El Banco Central emitió un comunicado que obliga a los bancos a bajar la posición patrimonial en dólares de 15% a 5% desde el lunes.
Puede afectar futuros y bonos en menor medida, pero el grueso de la posición esta en dólares cash. Afirman que su plan es liberar reservas que hoy son "encajes" en billetes que tienen los bancos comerciales.
El problema es que ese dinero es de los depositantes. Pese a estar contabilizado como tenencias del BCRA, no puede ser comercializado.
Esa tenencia, según las normas vigentes, puede estar constituída en derivados financieros (como contratos de futuros de dólar), bonos en moneda extranjera o cualquier otra clase de activos atados a esa divisa. Sin embargo, la mayoría de las entidades había optado por mantener la mayor parte en cash.
Esos dólares ya están en el sistema e incluidos en la cifra de reservas que a diario informa el BCRA. Es decir, la medida no modifica el dato contable pero sí le permite echar mano a esos billetes o que pasen a formar parte de su disponibilidad.
Con esta medida el Central se hace de reservas liquidas. En tanto, a los bancos les otorga un derecho a demandar dólares sin permiso, si bien los billetes ya no los tienen más.
La norma le concede a los bancos un derecho de acceso al mercado MULC (paradójicamente se sigue llamando "Mercado Único y Libre de Cambios") para demandar dólares por hasta un 3% del total de los que operen cada día (o hasta u$s8 millones o u$s12 millones, según su nivel de operaciones).
Se descuenta que las entidades, a través de sus cámaras, vean la posibilidad de recurrir a la Justicia para resistir una medida hecha entre gallos y medianoche ante la inocultable crisis de reservas en la que cayó el Gobierno.
"En este momento no habría suficiente efectivo en dólares para responder a retiro del 100% de los depósitos", sostienen en la city porteña.
Los bancos comerciales podrían llegar a judicializar esta medida por imprudente y negligencia, pues ata el futuro de su solvencia con el depositante en dólares al futuro del Central.
"Si el BCRA no tiene mas dólares, el banco que ya no tiene más encajes en dólar billete, no puede devolverle al cliente. Acá se deja en claro algo. El BCRA no tiene más liquidez propia. Con esta medida se está haciendo de los dólares de los depositantes", aseguran en la city.
Gran paradoja K Un día, Cristina Kirchner se jacta de la enorme cantidad de dólares que los ahorristas pueden comprar a un tipo de cambio "subsidiado" (precio oficial más un recargo).
Exhibe con orgullo cómo muchos de ellos son de clase media, con ingresos inferiores a $20.000. Y hasta chicanea con la pregunta: "¿No era que no se podía comprar dólares?".
Horas después, el mercado se llena de nerviosismo, porque el Banco Central reduce a su mínima expresión la entrega de divisas a importadores, automotrices, industria electrónica y a todas las actividades.
En definitiva, al modelo industrialista que dice proteger y querer impulsar.
Y, como si esto fuese poco, sigue aplicando regulaciones para quitarle como sea los dólares al sector privado, entre ellos bancos y compañías de seguros.
La situación es una perfecta síntesis de en qué se ha convertido el modelo económico K, en su versión de despedida: los últimos cartuchos de la caja del BCRA están siendo utilizados prioritariamente para sostener el "relato".
Un relato que contrasta violentamente con la visión de alarma que hay en el mercado.
La situación de las reservas "reales" preocupa a tal punto que la pregunta que hoy en día se hacen los operadores de la city y los economistas, de todas las tendencias, es cuándo explotará la situación.
Hasta se ha instalado la duda respecto de si la caja alcanzará para llegar hasta el traspaso de mando presidencial.
Como dijo explícitamente la agencia de riesgo crediticio Moody's, "las reservas alcanzan para sobrevivir hasta el 10 de diciembre".
"Está latente el riesgo de una crisis tradicional, de quedarse sin billetes verdes. Basta recordar lo que ocurría en 2013, cuando se perdían de a u$s100 millones por día", señaló Gabriel Torres, uno de los vicepresidentes de la entidad y analista de riesgo soberano de la deuda argentina.
Por lo pronto, otra de las grandes preguntas que corre como reguero de pólvora es qué cantidad real de "combustible" le queda al Banco Central, más allá de las cifras dadas a conocer por la entidad.
Es que a la cifra que informa oficialmente se le deben restar los préstamos que ha recibido, los dólares que le son ajenos, contabilizados como propios y los encajes bancarios (dinero inmovilizado) de los depósitos de particulares y empresas.
Quitándole estos conceptos, el total de billetes cash se reduce a tan sólo u$s3.200 millones, de acuerdo con los propios datos oficiales proporcionados por la autoridad monetaria.
Pero hay más motivos que suman preocupación.
Como por ejemplo, que en la cuenta anterior no se descontaron los u$s2.100 millones que la Argentina pagó a los acreedores pero que fueron trabados por el juez Thomas Griesa.
Ese dinero se encuentra depositado en una cuenta oficial, en el BCRA. En teoría no está a mano de los funcionarios. Pero en los hechos, -y mientras el magistrado neoyorkino no disponga lo contrario- podría ser utilizado para las intervenciones diarias que realizan en el mercado.
En caso de restar también esa cifra, entonces sólo quedarían menos de u$s1.000 millones, si bien algunas consultoras ya hablan de menos de u$s500 millones.
Por otro lado, entre dólar ahorro, obligaciones financieras y esporádicos pagos a industrias, la entidad presidida por Alejandro Vanoli ha venido sacrificando u$s100 millones por día a velocidad crucero.
Con estos números a la vista, puede entenderse por qué existe una profunda preocupación respecto de su "poder de fuego", en caso de tener que salir a frenar una corrida.
Relato por un lado, realidad por otro Pasaron ya tres años desde que Axel Kicillof pronosticara la llegada de una nueva etapa en la Argentina.
Una etapa en la que, según anticipaba, se iba a priorizar al modelo industrialista, a todo el aparato productivo nacional por sobre la "cultura dolarizadora".
Según el funcionario, se iba a abrir un período en el que las fábricas -responsables de la generación de empleo y de darle valor agregado a las materias primas-, iban a recibir todas y cada una de las divisas para producir.
El cambio propuesto por Kicillof, contemplaba una agenda política y económica pensada exclusivamente en función del "Made in Argentina". Como contrapartida, decía que no se iba a hacer eco de los "caprichos" de la clase media y media alta que, según la visión del funcionario, sólo buscaban dólares para ir a Miami o para gastarlos en la compra de bienes de lujo.
En definitiva, lo que proponía el ministro era una suerte de "nueva revolución industrial", con todas las herramientas y recursos del Estado alineados para potenciar el entramado fabril nacional.
Incluso, esto quedó plasmado durante un largo discurso en el Senado, que tuvo lugar a mediados de octubre de 2012, cuando todavía era viceministro de Economía.
Frente a los legisladores, Kicillof anticipó que a partir de ese momento se iban a "cuidar los dólares para que se dirijan a las importaciones fundamentales y así mantener un proceso revolucionario de industrialización".
El funcionario advirtía que el "mayor riesgo" era que los billetes verdes se "terminen malgastando en productos de consumo suntuoso".
"¿Cómo las divisas que necesito para hacer torres de petróleo se van a gastar en que los sectores más pudientes puedan comprar bienes de lujo?", afirmó, envalentonado.
Tres años pasaron desde que Kicillof pronunciara ese discurso con el que propuso anticipar la Argentina que se venía.
Muchas cosas cambiaron desde entonces. El BCRA, por ejemplo, disponía en ese entonces de un contundente poder de fuego, de la mano de reservas superiores a los u$s45.000 millones.
Hoy, en cambio, la entidad tiene casi u$s20.000 millones menos, con el agravante de que si se resta el "maquillaje" se reduce a una cifra hasta menor a u$s1.000 millones.
Paralelamente, desde el inicio del kirchnerismo y hasta el año 2012, la economía registró verdaderas tasas de crecimiento chinas, acumulando una suba anual superior al 6% promedio.
Sin embargo, desde que Kicillof pronunciara su "discurso industrialista" hasta el día de hoy, el país dejó de crecer.
Pero si algo más cambió en estos tres años fue el resultado de ese plan "desarrollista" ideado por el funcionario K.
El funcionario se había propuesto cuidar las divisas para fomentar el aparato productivo nacional y no otorgar un solo dólar para cubrir la clase media y alta.
Pero la realidad no podría haber sido más diferente.
Así, la gran paradoja de Kicillof en este epílogo de la gestión kirchnerista es que terminó haciendo todo lo contrario a lo que había prometido:
• Por un lado, le está negando divisas a un amplio abanico de ramas de actividad, incluyendo automotrices, terminales electrónicas y productores de motos, maquinaria agrícola y hasta textiles.
• Como contrapartida, los particulares no paran de batir récord tras récord con las compras de dólar ahorro. Los mismos que el Ministro iba a poner en el último lugar de la fila en el reparto de divisas.
La otra paradoja El hecho de que el Gobierno haya entregado a ahorristas y turistas parte de los billetes verdes que le terminó negando a la industria no es la única paradoja de este cierre de ciclo.
El otro aspecto llamativo es que fue la propia administración kirchnerista la que terminó alentando esto a través del sostenimiento del "dólar barato" .
En efecto, en este año de elecciones, el Ejecutivo apostó sus fichas al atraso cambiario.
Pero el resultado fue negativo y el costo lo terminó pagando el sector productivo y las economías regionales.
"En términos económicos, el efecto más dañino operó sobre la competitividad, generando un desfasaje entre costos internos y precios internacionales que está dejando fuera del juego no ya a las economías regionales y la industria sino, también, a una parte de la zona núcleo de la agricultura", advierte el analista Dante Sica.
Sin dudas, se trata de un escenario muy diferente al que planteara Kicillof hace tres años, cuando hablaba de la llegada de una nueva Argentina, en la que iba a haber muy pocas divisas para atesorar o para hacer turismo pero sí todas las necesarias para mantener en funcionamiento al aparato productivo.
Plantas industriales operando a media máquina y pasillos del aeropuerto de Ezeiza atestados de turistas próximos a embarcar. Una postal muy clara de en qué se transformó el modelo K. Y, claro está, de sus contradicciones.
Fuente: iProfesional
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